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Ampliación de un comentario de hace unos días:
La sensación de ser o de existir o de individualidad, es uno de los caminos más efectivos de profundización interior. Es habitual en el camino Vedanta y en muchas propuestas de maestros de orientación neo-advaita como por ejemplo Muzika. Nisargadatta también la usó como práctica fundamental.
Digamos que es “un hilo” privilegiado para profundizar en nuestra subjetividad. Para salir del laberinto del Samsara.
Su principal pega es la dificultad de la transmisión de lo que realmente es esa sensación. El problema de hacer entender realmente donde debemos reposar (para más adelante fundirnos con ello).
Esa sensación de ser, es obvia, ordinaria y evidente, pero en la práctica cuesta captarla. No sé si es porque buscamos algo más sofisticado, porque no tenemos las palabras correctas para expresar que queremos decir, porque cualquier experiencia al final es intransmisible (y no puede ser verificada por el maestro), porque realmente hay personas que no la pueden sentir o porque realmente al inicio del camino espiritual esa sensación es muy débil y oscilante y no se encuentra…
Pero si se acierta con ella es un camino muy efectivo, como lo fue en el caso de Nisa (tres años)
No es nada especial, es sentarse y “ser”, ir a la sensación de estar vivo y reposar en ella, sentarnos a ¡simplemente estar vivos y saberlo! (lo segundo es muy relevante). No perdernos en otros contenidos mentales, simplemente nos sentamos a estar vivos y saberlo.
No saberlo como se sabe aritmética, sino saberlo como sabe un ciego que tiene los ojos abiertos, porque lo siente, y lo va confirmando continuamente simplemente atendiendo a esa zona de su cuerpo, así nosotros no dejamos de confirmar continuamente esa sensación de ser, de estar, de ser una individualidad, de estar vivo, de estar presente, de estar aquí y ahora, de no estar perdido en ningún contenido concreto de la consciencia, ni externo, ni interno más que ese…
Es muy importante entender esto, lo repito:
Sentarnos a ¡simplemente estar vivos y saberlo!
Cuando decimos «ser consciente de algo» estamos queriendo decir justo eso. No queremos decir que algo aparezca en la consciencia o no, sino queremos decir que en ese momento sabemos eso. Esto puede sonar raro pero es así.
Si uno dice «soy consciente de que comer carne implica sufrimiento animal», no queremos decir que en nuestra consciencia aparezca un animal sufriendo, ni tan siquiera que haya aparecido un pensamiento explícito al respecto. Lo que queremos decir es que en ese momento sabemos plenamente que eso es así, que «comer carne implica hacer sufrir a un ser».
Y al revés, es posible saber esto intelectualmente (todo el mundo dirá que lo sabe) y no ser consciente de ello, quizá hasta que uno va a un matadero o una granja industrial y se hace consciente por fin del extremo sufrimiento que implica,para miles de seres, que él pueda comer carne.
Es relevante entender esto bien. Esa primera forma de saber, que no es intelectual, es la que vamos a usar aquí. Eso, es la inteligencia «sabiendo» algo, independientemente de cualquier expresión perceptible como una imagen mental o un pensamiento intelectual. No aplican, no hacen falta y no han de aparecer necesariamente.
Así pues para esta práctica, la atención se dirigirá a sentir que estamos vivos, que estamos siendo, cerciorar eso y atrapando esa sensación, permanecer en ella con suavidad, casi cariñosamente, en paz, pero con la mayor continuidad posible: estoy vivo, soy consciente de ello y eso es todo.
Cualquier alteración nerviosa, abandonar la paz, hará más difícil atrapar o mantener esa sensación. Es importante la pacificación. Si no puedes captar la sensación o la pierdes continuamente, dedica siempre unos minutos antes a la pacificación, a estar completamente tranquilo pero despierto.
Si estás completamente tranquilo y no puedes captarla, es que estás buscando donde no es. Estás, muy probablemente, buscando algo sofisticado cuando solo has de «estar» y saberlo (ser consciente de…). Nada más.
Es muy, muy sencillo. Imagínate por ejemplo esperando el autobús sin nada que hacer, sentado, simplemente esperando. Pues simplemente has de volver tu atención a este hecho, que estás ahí reposando sin hacer nada y ya estás practicando… y la espera se volverá bastante más amena, o en todo caso más productiva… 😀
Pero si estás nervioso o ansioso por la llegada del autobús verás que se te hace casi imposible… será necesaria una fase de pacificación previa.
Con el tiempo, tras captar lo que debe hacerse y perseverar, se afinará nuestra percepción de esa sensación, y también la capacidad de mantener ese objeto frente a la atención pura de forma continuada y consistente, y si logramos una notable continuidad en ello irá transformándose en una cualidad energética que sentiremos en corazón o hara, a partir de ese punto la práctica es mucho más sencilla, hemos superado el umbral y ahora la realimentación positiva nos lleva a querer reposar ahí.
Entonces llega un momento en que la presencia o ausencia de pensamientos intelectuales durante la práctica ya casi no nos toca o no nos toca en absoluto. Pueden ocurrir o no ocurrir pero ya no nos afectan.
Así profundizando en esa sensación, al final nos fundiremos con ella, ya no nos parecerá que observamos algo sino que somos eso. Es en ese punto donde uno puede decir por primera vez de forma seria que «ES», que su práctica es «solo ser», «solo estar». Esta es una situación de Presencia madura, sin apenas dualidad entre observador y observado.
Si seguimos perseverando también llegará el punto en que nos hundiremos en nuestro interior hacia situaciones de samadhi de las que salimos transformados. Distinguirás una situación de samadhi porque aún existiendo esa situación de «ser» la sensación es que nadie está siendo. La construcción del sujeto se ha disuelto, aunque sea temporalmente.
Algunos maestros llaman a esto «Ausencia» pero en este caso desde un punto de vista positivo. Es muy importante entender que la sensación de ser no ha desaparecido en samadhi, al contrario es más fuerte que nunca.
¿Cómo puede ser que la perfección de la Presencia nos lleve a la Ausencia?
¿Cómo puede ser que la ausencia de sujeto sea compatible con la sensación de ser?
Estas aparentes paradojas deben vivirse, no es necesario darle más vueltas. Cuando las vivas creo que serás capaz de entender por qué se describen así.
Lo que queda, que no es poco, es llevar todo esto al día a día, hasta que se haga natural y permanente.
Podría argumentarse que es obvio que siempre soy y siempre lo sé, pero eso es falso. Tal afirmación parte de nuestra ignorancia al respecto de todas nuestras «lagunas mentales» cada vez que pasamos al modo reactivo y funcionamos por el mundo como zombies. Durante esas lagunas, tal sensación no existe o en todo caso, no hay nadie atendiéndola, por tanto caso de existir no eres consciente de ella, es decir técnicamente «no sabes que existes» durante un ratito.
Cuando esté muy solidificada y sea fuerte, esto se te hará evidente.
Esto puede sonar paradójico porque nuestra existencia debería ser auto-evidente, pero se puede ser inconsciente temporalmente incluso de lo auto-evidente, como por ejemplo como cuando buscas tus gafas y las tienes en el pelo: tu cuero cabelludo jamás ha dejado de notarlas pero tu atención era inconsciente de ello.
Y la realidad es que esa inconsciencia de lo que es auto-evidente y que es simplemente que existimos, inicialmente cubre gran parte de nuestra vigilia.
El ejercicio de hacernos conscientes de que existimos durante toda la vigilia (e incluso finalmente el sueño llámese o no a esto Turiya) es un reto de toda una vida y no una trivialidad… pero para empezar basta con sentarse en condiciones de silencio y aislamiento e intentarlo…
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Y eso haciendo referencia solo a estadios de madurez.
Si valoramos otros aspectos respecto a las tendencias de cada individual, como por ejemplo la disyuntiva «yo» vs. «no-yo», dado el camino medio budista, el maestro que vea en su discípulo tendencias al nihilismo le hablará de su ser, el maestro que vea en su discípulo tendencias al eternalismo o conceptualidad, le hablará del «no-ser».
Y es perfecto, así debe ser.
Sin embargo al leer, el nihilista solo quiere leer sobre el no-ser y el eternalista sobre el ser, pervirtiendo completamente, dando completamente la vuelta, a lo que el maestro intentaba. Y todo eso por escoger las respuestas que no son para ti… porque al escoger tú, escoges las respuestas que más te encajan y descartas las demás…
Es totalmente humano y comprensible, pero te mantiene dando vueltas en el Samsara.
El maestro va a darte las respuestas que no quieres oir… Es su función, detectar tus desviaciones y corregirlas. Pero tú, dejado a tu criterio pre-existente, vas a elegir las que quieres oir… e ignorar las otras… incluso aunque las leas de su puño y letra… es muy habitual.
Esa es la razón por la que se ha dicho de Ramana, que «no era coherente, que le decía cosas diferentes a cada persona». Y de hecho existen multitud de razones para ello. Es correcto que le diga cosas diferentes a personas diferentes. Reitero, la «queja» parte de un axioma incorrecto y es que todo el mundo debe recibir el mismo consejo en todo momento… Y eso como hemos visto es falso aunque es una idea muy extendida. Es otra prueba más de la progresiva pérdida del camino espiritual en una sociedad, disculpadme, cada vez más desorientada por el exceso de información y más simplista, en plena decadencia mental…
Una prueba de la degeneración del Dharma es ser capaz de ver que en el siglo XI en el Tíbet se escribían tratados Mahamudra de una complejidad y profundidad que hoy día pocos son capaces siquiera de entender, no ya escribir. Pero no es una carencia del budismo sino de la sociedad en general, ocurre exactamente igual con el Advaita Vedanta, la complejidad, detalle y riqueza de los textos de Shankara (siglo IX) está a años-luz de los modernos maestros neoadvaitas. Y el Dzogchen ya ha iniciado su declive de hiper-simplificación hacia el neo-dzogchen, lo vamos a ver en los próximos años, como siempre ha empezado por USA… pero no se va a detener; y el Zen Soto no anda muy boyante, con la auto-complacencia en la ausencia de resultados del «nada que liberar» y «ya somos Buddhas«.
Las vías directas (Advaita, Dzogchen y el Zen de Dogen) tienen un gran potencial de degeneración, pues parecen ofrecer todo por nada, y finalmente, por ser los vehículos más sutiles, más elevados, si no se tienen las condiciones kármicas adecuadas suelen dar como fruto nada a cambio de nada.
Pero claro, hoy día ¿quién va a renunciar a los vehículos más elevados por otros menos directos y humildes? ¿acaso no estamos todos seguros de que somos seres excepcionales? 🙂
Volviendo al tema, quizá la doctrina que más trabajó está diferenciación de diferentes prácticas según los tipos de personas fue el budismo Vajrayana, con multitud de prácticas intentando adaptarse a todos los tipos de personas, por ejemplo distingue tres subcategorias de individuales: los seres ordinarios, los que se adelantan continuamente y saltan fases no consolidadas, y los extraordinarios de tipo instantáneo.
El error en la aplicación de las vías directas, es que solo son aplicables a individuales instantáneos o notablemente excepcionales, y de esos hay pocos. El éxito de uno, atrae a miles que probablemente no lo son.
El individual exitoso tampoco entiende la situación y, ascendido a maestro (cuando no lo es, pues un maestro no es alguien que ha despertado, sino alguien que sabe hacerte crecer espiritualmente), informa a todo el mundo de que no deben hacer nada concreto… y nada concreto cambia en los otros miles.
Por citar alguna cosa más, en Mahamudra podrás ver que se distinguen hasta doce estadios (4 yogas con 3 subdivisiones) muy concretos de evolución y aunque las prácticas no cambian radicalmente en cada estadio, sí que hay cambios, y es relevante conocerlos.
Y creo que ya se ha agotado lo que quería comentar al respecto.
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Sí, es difícil de explicar ya sabes, pero cuento que compartimos muchas experiencias, así quizá sea más fácil. Lo que quiero decir es que cuando el pensamiento grueso (el consciente y conceptual) va reduciendo su presencia, pero mantenemos la observación interior, entonces poco a poco vamos alcanzando a percibir procesos mentales más sutiles, del tipo «intenciones» o incluso «aquel que aferra», cuando se pueden ver esos procesos con claridad, sin esfuerzo alguno en cierta manera pierden toda su capacidad de moverte.
Por ejemplo el paso del observador centralizado a la observación sin centro ocurrió en una sentada justo cuando la consciencia fue capaz de percibir su aparición y desaparación y entender que es lo que hacía ese proceso. Eso lo vuelve casi totalmente inofensivo, inoperante excepto cuando no hay atención. [Y con el tiempo ya ni eso]
Llegados a este punto, lo que ocurrió es que esa consciencia se orientó hacia el interior, hacia el sentir, hacia la sensación de Ser. Podría decirse que fue un proceso natural, puesto que hasta aquí la dirección del proceso la guiaba la detección de «dukkha» y su origen [para erradicarla], pero ahora no, o no tanto…
Ese cambio del observar, incluso transparente, al ser, sentir… se ve como natural, necesario y trascendental. El «sentir» carece de cierta dualidad que el observar siempre tiene. Ese «ser» en esta vida, es una forma de mindfulness (o samadhi) diferente, no solo menos dual, sino más profunda. Se abre una paz aún mayor, una presencia más profunda y un entendimiento más completo de las dinámicas que nos mueven.
Es como si el camino a nuestro interior, hacía nuestra esencia tuviera estaciones y estas fueran el pensamiento grueso, la percepción exterior, otros procesos mentales más sutiles, los sentimientos y sensaciones y finalmente solo la sensación de ser. En cada paso se trasciende una y se incorpora a la consciencia (o atención sería más correcto). Todo se va incluyendo en la atención hasta que esta abarca todo (a la vez) pero esa atención ya es atención-ser… sin dualidad evidente.
Existe un sutil desplazamiento de la sensación de donde estás, que ya no eres dentro de tu cabeza, sino más centrado, quizá en el pecho pero nada definido, la cabeza pierde peso, encaras el mundo de forma abierta y sin miedo desde tu centro, que lo abarca todo. Y durante el dia a dia, realmente el mindfulness es una especia de conexión gozosa con tu esencia. Mientras se mantenga esa conexión «estás presente», pero en realidad deberíamos decir «presencia-ser», es algo difícil de explicar, es algo más que consciencia habitual. Y uno empieza a sentir aquello de Nisa[rgadatta] de «más allá de la consciencia», se empieza a sentir que realmente estás yéndote allí, más allá de la consciencia, que estás anclado fuera, como si un hilo te anclara a otra realidad no manifestada, y ese hilo está siempre tirando de ti hacia lo no manifestado mientras la atención-ser se auto-reconoce. Y cuando no, la realidad manifestada tira hacia el otro lado, pero el hilo siempre está ahí, aunque realmente parece más un vórtice que quiere engullirte y llevarte a lo que desde aquí, sí, realmente parece el nirvana… pero todavía no me dejo engullir del todo…