El blog de 道


La atención (y IV)

Llevar el concepto de no-intervención o no-esfuerzo o incluso de no-yo al extremo, lleva a ciertas prácticas carentes de atención y que no generan frutos permanentes. Y que además son bastante agradables en general, con lo cual son muy atrayentes, algunas casi adictivas.

A veces intuyo que hay muchas personas creyendo que practican shikantaza (u otras meditaciones similares) y están haciendo eso, porque se exagera el factor de no-intervención o no-esfuerzo.

Y además en el shikantaza se da un consejo de doble filo: «que si hay pensamientos no pasa nada». Y es cierto, no pasa nada si los ves (atención) y no te identificas con ellos, simplemente dejas que se auto-liberen. Pero si no estás vigilante y los sigues y persigues y te identificas (lo notarás, por ejemplo, por la reacción emotiva que te produzcan) entonces no estás practicando nada… Típicamente el practicante de este tipo, reacciona solo cuando llega la sensación negativa, se está agobiando de nuevo por el trabajo o la familia… pero quizá lleva cinco minutos perdido en sus pensamientos. Son cinco minutos perdidos por falta de atención… Y lo peor es si además cree que eso es shikantaza.

Este tipo de errores se potencian porque hoy día se quiere practicar desde el principio «la técnica más elevada», como si hubieran categorías… 🙂 y a menudo se rechazan las prácticas preliminares que son las que van a construir nuestra habilidad para poder meditar consistentemente.

Quién sabe si  a veces por no fortalecer la atención durante unos meses luego uno pierde años en una práctica incorrecta, inconstante, sin atención al no estar maduro para ella.

Hay una forma muy intuitiva de distinguir la situación de prácticas sin atención: ¿estás presente? ¿te sientes presente en tu práctica? ¿mucho más presente que en el día a día? ¿O por el contrario sientes que «no estás»? ¿que desapareces? ¿y qué tu mente divaga libremente mientras tanto? ¿mucho más ausente que en el día a día? ¿o si ocurren ambas cosas? ¿cuanto tiempo en cada situación?

Eso te dará una idea de tu necesidad de reforzar la atención y, no lo olvidemos, todos tus hábitos diarios que hagan que llegues a la sesión de meditación con un ánimo relajado y adecuado.

Recuerda, cuando hablamos de estar presente, hablamos de estar presente, no tendrás ninguna duda al respecto. El Buddha no es que no esté presente, es la presencia en su máxima pureza, simplemente no hay concepto de yo allí, ¿no lo entiendes? No te preocupes, no se entiende…

Una anécdota: recuerdo que alguien me comentó que un día pudo saludar al Dalai Lama, me dijo que lo que más le sorprendió es que parecía que mientras le hablaba a él (que igual fueron 30 segundos) parecía como si para el Dalai Lama solo existiera él, como si no hubiera nada más en el mundo. Su presencia y atención era total. Eso es.

La atención no es el «yo» ¡¡fundamental error!!!! sino que es la principal herramienta que puede llevarte más allá del engaño de un núcleo autónomo y decisor que llamas «yo». Es principal porque es requisito para muchas otras, como por ejemplo la obtención del prajna (sabiduría) necesario/a.

También es muy diferente no-intervención a no-atención, y es muy diferente no-intencionalidad a no-atención.

Puede haber atención no-intrusiva y puede haber atencion no-intencional (léelo con atención, por favor).

Y justo eso es lo que debe haber.

Respecto al no-esfuerzo… pues que sin esfuerzo, entendiéndolo como que la atención se cansa o como tranquila perseverancia, pero no como tensión o ambición, nada se consigue.

Reitero no hay que pasarse de frenada, atención no significa ni exceso de volición, ni exceso de intención, ni exceso de tensión. La actitud, como siempre, ha de ser de una suave y amable perseverancia ausente de objetivos concretos.

¿Es todo esto demasiado sutil? Sí, lo es, nadie dijo que fuera fácil… Los factores clave no son las horas sentado o el nivel de tensión o sensación de esfuerzo, o si te sientas recto… sino estas sutilezas y la actitud…

Cuanto más sutil, tranquila y delicada se vuelve la atención más fácil es penetrar en capas profundas de la mente sin interferir (pero aprendiendo). Y esa penetración nos abre al espacio en el que pueden producirse cambios aún más profundos en nuestra mente.

Y llegados aquí creo que el tema se ha agotado a sí mismo. Ha quedado un texto largo, quizá el más largo hasta ahora en el blog, espero que sea de utilidad.

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