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Otro texto corto para intentar alinear significados que nos permitan hablar entre nosotros con coherencia.
El concepto de hoy es Presencia.
Se habla mucho sobre ella, especialmente en las últimas décadas. De nuevo no es un concepto budista que uno vaya a leer, no ya en los sutras, sino incluso en cualquier texto de maestros que no sean del siglo XX. No en budismo pero tampoco hinduismo, ni en otras doctrinas tradicionales. Es una palabra relativamente nueva en espiritualidad. Lo cual no es necesariamente malo (como tampoco lo era lo de «residir en al ahora«).
Quizá en este caso es un concepto sencillo, que no plantea dudas o quizá no, en todo caso vamos a revisarlo para que no haya confusiones cuando aparezca.
Obviamente ejercer la «Presencia» viene de Estar Presente. Esto no suena especialmente difícil de deducir.
Y este estar Presente, debe venir de estar en El presente que es lo mismo o similar que estar en El Ahora. Así que como referencia complementaria podéis leer los textos sobre «El ahora» que ya se publicaron.
Así que ya casi podríamos cerrar el texto pues Estar Presente es de la misma familia que estar en El Ahora, y eso ya vimos que:
«¿qué es residir en el ahora?» .
Dos cosas: la activación de la mente mindful (o del mindfulness si quieres) y la exclusión del intelecto o pensamiento o en general todo proceso cognitivo, de nuestro foco de atención. Porque al futuro y al pasado solo podemos ir mentalmente, con el pensamiento o la ensoñación.
Es decir, como siempre, atención y no dirigida al proceso intelectual. O al menos no a cualquiera de esos procesos que sea sobre pasado o futuro.
Bien, pero hoy vamos a aprovechar y añadir algo más, relacionado con «ser».
A menudo Presencia, se relaciona con ejercer una forma más clara o intensa nuestra ese-idad («ser») probablemente porque la palabra ha surgido en entornos de neo-escuelas que hacen de El Ser su concepto principal.
Y es cierto, pero eso no excluye que sea también lo citado anteriormente, de hecho es casi paradójico la de prácticas que en el fondo son iguales o muy parecidas, pero se conceptúan diferente y a veces se cree que son muy diferentes (mindfulness, residir en el ahora, presencia, retorno al ¿quién soy yo?, mente mindful en este blog, etc…). Es el típico caso de usar como definición de algo una u otra característica y no ver que varias son aplicables.
Al final como también pasa en meditación sentada hay muy pocas variantes reales de práctica (por raro que parezca), lo que las diferencia son otras sutilezas internas como lo que aquí llamamos «visión» o incluso más sutiles (entre ellas una visión no auto-reconocida), y a veces nada, solo el nombre y el poco interés en que puedan ser lo mismo que la práctica de la otra religión, pues eso igualaría demasiado ciertas doctrinas que se ven casi como «enemigas» y opuestas entre ellas. Luego sus prácticas han de ser muy diferentes… pero no lo son… 🙂
Todo ello puede ser consecuencia de dar demasiado relevancia a las prácticas, muy típico en occidente, en contra de la visión que suele ser el pariente pobre. La visión o principios que aplicas es lo que va a determinar tu camino y resultados si las prácticas son correctas (si son incorrectas no habrá camino).
En la Presencia de las neo-escuelas el foco se suele poner en «ser», mientras que en el mindfulness se pone en la atención y en residir en el ahora se pone en el tiempo presente. Pero al final ocurre que esos factores conductores, nos llevan a la misma posición mental o muy parecida. Igual que en meditación samatha el objeto de concentración es secundario y las absorciones obtenidas se parecen.
Seguimos
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>A ver si voy bien, la práctica consiste básicamente en girar la atención 180º, en mantenerme en el yo desprovisto de conceptos, y cuando estos aparecen reconocerlos y dejarlos ir o preguntarme a quien le le ocurre esto y procurar estar vigilante todo el tiempo.
Déjalos ir, ni te preguntes nada. Solo estate ahí. El resto, perfecto.
> ¿La eseidad que naturaleza tiene?
¿Qué quieres decir?
> ¿ es un pensamiento y/o sensación tan sutil que a veces parece vacío?
Es solo esa sutileza, no hay más, no hay nada tras eso, es la sensación de ser una identidad.
Es un proceso mental, claro, solo hay mente, pero no es intelecto, ni tan siquiera inteligencia.
Paradójicamente en el ser humano habitual esa eseidad no está presente la mayor parte del tiempo. Mientras no está presente actúas como en un trance, al volver no te das cuenta de esa ausencia… bueno, con el entrenamiento de la atención se empieza a penetrar esa «ausencia» y te acabas dando cuenta de que «no estabas».
La verdadera presencia estabilizada es la unión de esa Yo-idad y la atención pura de forma permanente y estable.
Y sí, en muchos textos budistas llaman vacuidad, a esto, nuestra esencia vacua, porque realmente es solo esencia de ser, no está teñida por nada más. O mejor dicho, será pura cuando no esté teñida de nada más.
El mindfulness tradicional se queda corto en el sentido que solo contempla la atención. Por eso no es lo mismo atención o mindfulness que presencia.
Esa Yoidad se debe convertir en un espacio en el que puedes reposar. En ese espacio nos ponemos más allá del pensamiento intelectual, por ejemplo…
Cuando ese espacio no ha sido determinado y aún no te has familiarizado con él, no puedes colocarte más allá del intelecto.
El Kensho definitivo es cuando ocurra que realmente pases a ser ese espacio, ya no es un objeto para la atención, sino que siempre seas consciente de ser ese espacio.
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Un diálogo en privado que quizá puede ser útil:
> No me queda muy claro que lugar ocupa en todo esto la idea del «yo» , ¿ todos los pensamientos están «contaminados» por la misma o es algo aparte?
Existen al menos dos cosas que se suelen confundir con «yo», igual es afinar mucho pero bueno… yo te respondo siempre hasta donde sé…
La primera es una teoría de la mente, es algo conceptual, es aquello que no tienen seguramente los animales, y es toda la construcción conceptual que hay alrededor de nuestra idea de que somos un «yo», con control, decisor, etc.. esto es básicamente conceptual, sin conceptualidad no es posible tal cosa. Esta creencia está fuertemente arraigada por debajo de lo conceptual pero básicamente es creada por el intelecto y lo conceptual. Igual que creer en Dios es algo creado por el intelecto pero al final todo eso cala a capas más profundas.
Y luego hay algo más sutil, que podríamos llamar identidad y que yo supongo que poseen todos los animales superiores o más desarrollados y que es eso que hace que no seamos esquizofrénicos, es decir, que aunque los procesos corporales y mentales sean legión y realmente cada vez decide uno, haya una sensación identitaria, de que todo esto es un «ser» único.
>¿Esa identidad es el famoso » Yo Soy» en el que debemos asentarnos para así llegar a comprender que somos?
¿Esa identidad es eso que está ahí siempre?, me explico: cuando pienso por ejemplo todo lo que me ha pasado estos dos últimos años, hay una sensación (por llamarla de alguna manera) de «yo» que subyace a los acontecimientos, como un reconocedor en cierta manera pasivo… ¿ es eso?
Muy bien. Ese es el verdadero «yosoy»
No sabes la de gente que todavía no ha entendido eso…
>La identidad sería como un cuerpo desnudo y el pensamiento conceptual auto referencial como los diferentes trajes? ¿de ahí la dificultad para percibirlo, confundimos el vestido con el ser?
Sí, podría expresarse así, está muy bien. Más adelante cuando trabajemos ya solo sobre el «cuerpo desnudo» ya concretaremos más.
> es muy fácil perderlo si no hay cierta pacificación.
Si puedes mantenerlo en meditación, trabaja eso. Simplemente-ser es básicamente eso, la presencia es básicamente eso: La unión de la atención pura y ese proceso identitario que si quieres podemos llamar «eseidad» o «yosoy» o lo que quieras.
(continua)
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Sí, es difícil de explicar ya sabes, pero cuento que compartimos muchas experiencias, así quizá sea más fácil. Lo que quiero decir es que cuando el pensamiento grueso (el consciente y conceptual) va reduciendo su presencia, pero mantenemos la observación interior, entonces poco a poco vamos alcanzando a percibir procesos mentales más sutiles, del tipo «intenciones» o incluso «aquel que aferra», cuando se pueden ver esos procesos con claridad, sin esfuerzo alguno en cierta manera pierden toda su capacidad de moverte.
Por ejemplo el paso del observador centralizado a la observación sin centro ocurrió en una sentada justo cuando la consciencia fue capaz de percibir su aparición y desaparación y entender que es lo que hacía ese proceso. Eso lo vuelve casi totalmente inofensivo, inoperante excepto cuando no hay atención. [Y con el tiempo ya ni eso]
Llegados a este punto, lo que ocurrió es que esa consciencia se orientó hacia el interior, hacia el sentir, hacia la sensación de Ser. Podría decirse que fue un proceso natural, puesto que hasta aquí la dirección del proceso la guiaba la detección de «dukkha» y su origen [para erradicarla], pero ahora no, o no tanto…
Ese cambio del observar, incluso transparente, al ser, sentir… se ve como natural, necesario y trascendental. El «sentir» carece de cierta dualidad que el observar siempre tiene. Ese «ser» en esta vida, es una forma de mindfulness (o samadhi) diferente, no solo menos dual, sino más profunda. Se abre una paz aún mayor, una presencia más profunda y un entendimiento más completo de las dinámicas que nos mueven.
Es como si el camino a nuestro interior, hacía nuestra esencia tuviera estaciones y estas fueran el pensamiento grueso, la percepción exterior, otros procesos mentales más sutiles, los sentimientos y sensaciones y finalmente solo la sensación de ser. En cada paso se trasciende una y se incorpora a la consciencia (o atención sería más correcto). Todo se va incluyendo en la atención hasta que esta abarca todo (a la vez) pero esa atención ya es atención-ser… sin dualidad evidente.
Existe un sutil desplazamiento de la sensación de donde estás, que ya no eres dentro de tu cabeza, sino más centrado, quizá en el pecho pero nada definido, la cabeza pierde peso, encaras el mundo de forma abierta y sin miedo desde tu centro, que lo abarca todo. Y durante el dia a dia, realmente el mindfulness es una especia de conexión gozosa con tu esencia. Mientras se mantenga esa conexión «estás presente», pero en realidad deberíamos decir «presencia-ser», es algo difícil de explicar, es algo más que consciencia habitual. Y uno empieza a sentir aquello de Nisa[rgadatta] de «más allá de la consciencia», se empieza a sentir que realmente estás yéndote allí, más allá de la consciencia, que estás anclado fuera, como si un hilo te anclara a otra realidad no manifestada, y ese hilo está siempre tirando de ti hacia lo no manifestado mientras la atención-ser se auto-reconoce. Y cuando no, la realidad manifestada tira hacia el otro lado, pero el hilo siempre está ahí, aunque realmente parece más un vórtice que quiere engullirte y llevarte a lo que desde aquí, sí, realmente parece el nirvana… pero todavía no me dejo engullir del todo…
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En el metro, de vuelta de la clase de sumi-e tras la jornada laboral, ya algo cansado, ligeramente pegajoso, música en los oidos, suena Antistar. Me encanta.
Mucha gente, muchos turistas, un ambiente cargado lleno de desconocidos apretándose contra ti, un lugar en el que ningún animal puede sentirse a gusto respirando. Incomodidad.
Pero la ausencia atenta vuelve con fuerza, quizá por la música. Entonces esa atención depurada, estable, inamovible, tan fina que es más ausencia que presencia, lo envuelve todo, pensamiento, sentimiento, intención, visión, oido, tacto, calor, energía. Todo diferente, legión, pero todo patente, nada inconsciente.
A ratos los ojos se cierran y desaparece el universo sumergido en la música.
Pero a ratos miras alrededor y un pensamiento en tu mente dice «mira, la manta», un chiste privado. Y miro y veo de nuevo La Manta. Lo visto es a la vez totalmente vivo y profundo, brillante y claro, pero sin distancia. Miro una niña y es mi inocencia, a un personaje rudo y es mi rudeza, a una anciana y es mi vejez, miro a un perro algo asustado y es mi indefensión y mis miedos. Todo intimamente propio. Dentro, fuera, mio, tuyo, yo, otro, bueno, malo, simple, complicado, fuerte, débil, bello, feo. Nada deja de ser mío, oh, digo mal, no es mío, no es ajeno, no soy yo, no soy todo, no soy nada tampoco ¿cómo podría? ¿no son todas esas, finalmente frases sin sentido? Es La Manta, porque somos La Manta, porque no somos La Manta. Y me hace sonreir esa estúpida broma privada. Y ahora…
Es mi parada.
Feliz dia de letras y flores