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Esto que hemos explicado con hechos físicos, aplica igual a los fenómenos (consciencia/qualia) y a todo procesado mental (vijnana) y cualquier otro elemento de nuestro mundo interior (que no es interior, pero para entendernos…) y es aquí donde realmente cobra relevancia el o.i-d. en el contexto budista, pues el budismo no pretende como prioridad explicar el universo, sino liberar a los seres sintientes (sobre todo gracias a comprensión, entendimiento de la realidad, es decir sobre todo gracias a eliminar ignorancia).
Bien, ¿y cómo nos ayuda todo esto?
Es relevante entender que cuando surge un pensamiento, surge por o.i-d., cuando surge un enfado surge por o.i-d., cuando hacemos algo bueno surge por o.i-d., cuando vivimos una experiencia mísitica surge por o.i-d., etc…
Hay una frase de un sutra (a ver si alguien me encuentra la fuente) que dice algo así como: «Cuando esto es, aquello es. Surge esto, surge aquello. Cuando esto no es, aquello no es. Cesa esto, aquello cesa.»
Igual no es una frase muy impresionante, pero nos dice que todo eso que tanto nos aflije, surge por o.i-d. y eso nos afirma algunas cosas muy relevantes:
• Que no hay decisor ni ejecutor efectivo de tales acciones (anatman).
• Que por tanto nada de lo que ocurre es «personal». No es culpa tuya porque no hay «tú» que haya ejecutado. Lo cual no significa que no deba cambiarse o que no genere resultados kármicos.
• Que si queremos cambiar la situación actual, debemos cambiar sus causas.
Esto último es muy diferente a la idea religiosa occidental de “cambiar cosas ejerciendo la voluntad” (tipo «resistirse al pecado»).
No es que en budismo no debamos ejercer voluntad entendida correctamente («Correcto esfuerzo» dice la senda octuple). Lo que se quiere decir es que hay que ser sabio sobre donde se ejerce esa voluntad, porque si actuamos sobre los efectos pero no cambiamos las causas, no hacemos nada útil.
Así en budismo, habitualmente veremos que no atacamos de forma directa los efectos aflictivos. Sino que lo hacemos de forma mucho más sutil trabajando las causas que los provocan.
Esas causas pueden ser muy genéricas, como por ejemplo cuando el budismo dice que la causa del sufrimiento es la ignorancia (y no el haber cometido un pecado u alguna otra cosa).
O pueden ser muy concretas, como entender qué causa en tu propia vida que por la mañana te levantes de mal humor. Esto es parte del auto-conocimiento y por tanto del camino. Es vipassana en toda su pureza y amplitud.
Hace pocos días veíamos cómo funcionan las emociones negativas, fijaos que en ningún punto hablamos de lucar contra ellas, bloquearlas, reprimirlas, ignorarlas, etc… Lo que buscamos es entender cuáles son sus causas y efectos, sus dinámicas, como gusta decir en este blog, para poder tratar con ellas y convertirlas en sabiduría y gozo.
Esa es una diferencia fundamental.
Ocurre lo mismo con los pensamientos aflictivos, por ello siempre se dice que no debemos reprimirlos, sino que cada técnica de meditación o tradición usa una sutil forma de lidiar con las causas de su surgimiento o la causa de que nos sean aflictivos (realmente toda práctica actua siempre en uno de estos dos ámbitos).
El trabajo budista siempre es indirecto, porque intenta actuar sobre las causas de aquello que debe cambiarse.
Todo esto no es sencillo, ni directo, requiere un tremendo auto-conocimiento para entendernos y poder actuar sobre las causas de la aflicción o del progreso espiritual, hasta tal punto que se dice que el Bodhisattva no entiende completamente el o.i-d. hasta el sexto bhumi, recordad que los bhumis son 10 y que el primero es el equivalente al Despertar, que ya es un estadio de madurez espiritual notable.
Es decir, nada menos que cinco “suelos” después de Despertar y ser un Arya, (y a solo 4 de la completa budeidad) se entiende completamente el origen inter-dependiente de esta realidad..
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El o.i-d. viene a ser muy parecido a la idea de causa-efecto, en que todo efecto tiene sus causas.
Esto debió ser revolucionario en su momento. Supone una revolución afirmar que incluso los dioses (incluso los Buddhas) son movidos por la realidad en su conjunto y no por ningún tipo de voluntad libre ejercida por ellos.
Aquí hay una salvedad, el minoritario y, normalmente considerado equivocado, budismo tibetano Shentong, afirma que todo eso es así en este plano, pero que hay “otro vacío” (esa es la traducción literal de Shentong) donde existe realmente la naturaleza búdica y es no condicionada. En ese sentido se acercaría bastante al concepto de atman hinduista y por tanto podríamos decir que es el eslabón perdido entre budismo e hinduismo.
Pero para el budismo ortodoxo, la naturaleza búdica básicamente es también vacua pues es la propia sabiduría sobre la ausencia de entidades de la realidad. Y por tanto no es una entidad, es básicamente prajna (sabiduría).
Eso puede sonar raro, pero dado que no hay dualidad entre conocedor y conocido, la budeidad es la propia sabiduría (no es que el buddha la adquiera, ni que esta adquiera al buddha), Buddha y sabiduría son la misma cosa.
Pero el o.i-d. es mucho más ambicioso que una simple formulación causa-efecto. De hecho el budismo (al menos en el budismo Mahayana) entiende además que:
• Las causas para cada efecto son infinitas (red de Indra).
• No existe tal cosa como una causa, se usa la palabra solo a efectos de lenguaje.
• No existe tal cosa como un efecto, se usa la palabra solo a efectos de lenguaje.
Es decir, ambos, causa y efecto son vacuos/sunyata.
Curioso ¿no? Pareciera como si esta formulación fuera imposible, incomprensible.
¿Cómo afirmar que todo se mueve por causas que dan lugar efectos (que a su vez son causas de otros) pero que ambos son vacíos (e infinitos)?
Bien, porque si el budismo afirma que todo es vacuo/sunyata, ¿cómo no iban a serlo las causas y los efectos?
Aún así cuesta, vamos a intentar ver si podemos llegarle a encontrar sentido.
La idea es la misma idea Madyamika de siempre: Un carro es vacuo porque carece de esencia de carro. Esta no está en lugar alguno y si lo desmontamos ya no tenemos un carro a pesar de no haberle quitado nada. Su esencia nunca estuvo en ningún lugar. El carro es una palabra que usamos por comodidad para hablar de “eso” que es algo compuesto y complejo y sin esencia propia.
Así, si el carro mueve un fardo, el carro es la causa del movimiento del fardo (entre otras) pero carro como tal sigue siendo vacuo. No hay carro, es una forma de hablar. El fardo se mueve porque está sobre una superficie plana, que está unida a unas ruedas, que tocan el suelo, que tiene un eje, que tienen un caballo atado a todo el conjunto, etc…
Determinadas estas 5 o 6 nuevas causas, es fácil ver que las podremos seguir desgranando en 50 o 500 o 5.000 en función de cuanto detalle apliquemos a la descomposición de causas. No existe un número “final” de causas para producir ese efecto. Son potencialmente infinitas y ni siquiera hemos empezado a considerar las causas pasadas como la existencia de hombres que construyan carros, de madera, de caballos, etc…
Las causas son infinitas y vacuas (es decir sin esencia propia, decididas arbitrariamente) y los efectos dado que son también causas, tienen las mismas características.
(continua)
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El origen inter-dependiente es otro de los pilares del budismo, un pilar fundamental.
Del origen inter-dependiente se habla poco en Occidente, probablemente porque destruye completamente la idea de libre albedrío, y ya hace años que descubrí que todo aquello que elimina el libre albedrío genera rechazo en buena parte de la población occidental.
Bien, veamos qué nos cuenta y qué implica.
La idea del origen inter-dependiente (o.i-d. a partir de ahora) es tremendamente sencilla de entender superficialmente hoy día (aunque muy difícil de realizar profundamente) pues coincide notablemente con el paradigma científico actual.
Lo que dice es que no existe tal cosa como una acción (incluyendo el pensamiento) que sea independiente. Es decir que no dependa de otras, que no esté relacionada con otras, surge siempre debido a otras.
Que no existe acción independiente, significa que todas son dependientes (de otras), y por tanto condicionadas, y no tanto no-libres. Lo que dice el o-i.d. es que no ocurre nada que no sea condicionado y por tanto, como decía P.K.Dick hace pocos días: todo ocurre de forma ineludible tal como debe ocurrir, porque no existe ningún margen de libertad en lugar alguno.
Es por ello curioso, que algunos budistas todavía duden de si existe o no el libre albedrío.
El albedrío existe, pero no es libre.
Es decir, tú cada día haces cosas, a algunas las llamas decisiones a otras no, aunque estrictamente no hay diferencia entre ellas. Pero las llames decisiones o simple curso de acción, no son libres. En cada momento se hace lo que necesariamente debe hacerse.
Normalmente tendemos a llamar decisiones simplemente a los cursos de acción que antes sufren de un proceso mental que llamamos dudar y que consiste en el enfrentamiento entre dos (surgimiento de) corrientes mentales opuestas en Alaya.
Esa es la única diferencia.
El o.i-d. se acerca mucho a la ciencia porque en la ciencia tampoco hay margen de libertad alguno. Implícitamente la ciencia también niega el libre albedrío, me pregunto si hay muchos científicos que crean en él a pesar de todo, pero para el ser humano no es difícil mantener postura enfrentadas, de hecho es una constante.
La ciencia se basa en reglas que describen la acción del universo, reglas sin excepciones, no como en el lenguaje. Si hay una sola excepción es que la regla es falsa y se descarta.
En este entorno no hay hueco para la “libertad”, sí que lo hay para la incertidumbre, cosa que menudo se confunde con libertad. La mecánica cuántica mal entendida es el último refugio del pseudo científico que se crea libre.
(continua)