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De esta fuente.
Un estudio, cuyos resultados se publican en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, aporta nuevos datos sobre lo que ocurre en el cerebro cuando la mente se queda en blanco. Este estado, breve y pasajero, aparece de forma espontánea con poca frecuencia, en comparación con el tiempo que las personas dedicamos a tener pensamientos de forma consciente, y reaparece de manera ocasional a lo largo del tiempo. Además, se caracteriza por presentar una actividad cerebral característica, visible en las imágenes de resonancia magnética funcional (RMf). Esta técnica, en la que se emplean potentes campos magnéticos, registra pequeños cambios en el flujo de sangre en las diferentes regiones del cerebro debido a su actividad.
Para la realización de la investigación, un equipo internacional de científicos analizó datos previos de un estudio en el que los participantes, sanos, pensaban de forma espontánea mientras se encontraban en un aparato de RMf. Los voluntarios informaban de cuáles eran sus experiencias cognitivas justo antes de que sonara un pitido. Durante esos momentos también se adquirían imágenes de la actividad de su cerebro. Entre estas experiencias se encontraban los pensamientos dependientes o independientes de estímulos, las percepciones del entorno y las ausencias mentales («mente en blanco»).
Para ahondar en la investigación de esta actividad cerebral, los autores analizaron el conectoma funcional (los patrones de activación entre diferentes neuronas) a lo largo del tiempo mediante el aprendizaje profundo. Con estos datos, era posible clasificar con una elevada precisión si alguien no tenía pensamientos conscientes. Los estados de mente en blanco se caracterizaban por una gran comunicación global entre distintas regiones cerebrales de forma simultánea.
Este patrón de cerebro «ultraconectado» también se asociaba a una gran amplitud de la señal global de las imágenes de RMf con un nivel bajo de activación de la corteza cerebral. Los investigadores describen este estado mental como algo similar a estar en un sueño profundo, pero mientras se está despierto.
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Entonces ya vemos con claridad cual es nuestra limitación con los ciegos: ellos no tienen esa experiencia, no nos podemos sincronizar con ellos. Pero explicar, lo que se dice explicar lo que es el rojo, no se lo podemos explicar a nadie. Ni ciego, ni no ciego.
En un universo sin color rojo, tampoco puedes explicar como es el rojo a los que ven perfectamente. Eso significa que el rojo es inefable. Y es eso es lo que se quiere decir con eso de que los qualia son inefables.
RAE: inefable
Del lat. ineffabĭlis ‘indecible’.
1. adj. Que no se puede explicar con palabras.
Daniel además dice algo que es muy espiritual habla de que «No pueden ser aprendidos por otros medios diferentes de la experiencia directa». Esto es redundante pues si toda experiencia es qualia, toda experiencia es directa. Pero lo veremos más adelante.
Así que en espiritualidad también nos enfrentaremos a (y no podremos superar) la inefabilildad de los qualias, no solo por impedirnos explicar a nadie una experiencia espiritual que él no ha tenido. Sino en general ante la dificultad de explicar bien experiencias que quizá incluso sí que son comunes, como en meditación o mindfulness. Pero no podemos describir correctamente al igual que con el color rojo.
Así que es posible que, por describirlos de forma muy diferente, dos personas estén disintiendo y discutiendo cuando ¡han tenido la misma experiencia!! (esto estoy casi seguro de que pasa, con el despertar o kensho, casi seguro)
Pero de hecho, es solo una teoría sin demostrar (¡teoría indemostrable!) que tú sientas lo mismo que yo cuando meditas o haces mindfulness. Al igual que cuando ves el color rojo o cuando degustas un alimento.
Es decir, también puede pasar que dos budistas se entretengan hablando de su zazen y creyendo que es lo mismo, cuando en realidad hacen y pasan cosas totalmente diferentes…
Esto va a dificultar mucho cualquier transmisión verbal de contenido espiritual, de hecho la hace casi imposible.
Hemos chocado con una barrera infranqueable que curiosamente es universal y afecta a toda experiencia. Solo un cierto espejismo cognitivo nos hace creer, por ser la teoría más razonable, que todos tenemos experiencias con qualia parecido (experiencias parecidas al fin y al cabo) y eso es obvio. Pero no podemos demostrarlo y podría ser, no ya obvio, sino falso.
De hecho sabemos con seguridad que a veces es falso. No porque podamos saber cómo es esa experiencia sino porque a veces tiene tantas diferencias con la mía que sí es posible darse cuenta de que no pueden ser la misma.
Un ejemplo es el daltonismo, que junta dos colores (dos frecuencias de vibración electromagnética) en un solo tipo de qualia (por ejemplo verde y rojo) así que podemos llegar a averiguar que esa personas es daltónica, pero nunca podremos saber si ese qualia lo ve como mi verde, mi rojo, mi gris o cómo lo ve…
Otro ejemplo, son esas moléculas que a unos saben amargo y a otros a nada en absouto…
Y otro ejemplo más radical espiritualmente es cómo pensamos. Como funciona nuestra mente.
Por ejemplo yo soy muy auditivo y casi todos mis pensamientos son «voces en mi cabeza». Muy poco imagen mental. Soy penoso también visualizando (pues viene a ser lo mismo). Los maestros tántricos me echarían en poco tiempo de su lado 😀 😀 😀
Pero hay personas muy visuales, que afirman (alguno lee este blog) que solo piensan visualmente, no oyen voces sino que se ven en diferentes situaciones imaginadas dialogando o actuando. Este tipo de personas parecen abundar menos que las otras, personalmente conozco solamente dos (una por mail en USA hace tiempo y otra aquí en CAT).
Así que, imagina, no sabes ni como piensa tu vecino, hermano o padre. Podría tener una vida interior totalmente diferente a lo que crees.
Eso significa que los qualia son inefables. Y eso es tremendo porque básicamente significa que todos somos inefables en última instancia y para toda experiencia.
Seguimos
Una metáfora muy pobre, notablemente pobre porque en nuestra mente hardware y software están unidos de forma inextricable, pero veamos esa comparativa entre un ordenador y nuestra mente. Solo a efectos de entretenimiento.
A veces para muchas personas no es clara la diferencia entre experiencia, realización, entendimiento conceptual y no-conceptual, etc…
Vamos a explicarlas con esta metáfora. Siempre que no se cometa el error de llevarla demasiado lejos, pues no encajaría, puede ser útil.
Empezando por el principio vamos a suponer que tenemos una mente con una configuración determinada, la de partida, la que sea, por ejemplo tu mente ahora.
Lo que ocurre en ella, por ejemplo el surgimiento del pensamiento o incluso lo visto, los razonamientos, las emociones, todo lo que construye nuestra experiencia, todo eso asumiremos que es el resultado de la ejecución de un programa.
Es decir asumimos que existe un programa que produce todo eso, toda nuestra fenomenología. También el pensamiento, por eso en budismo ésta se incluye como un «sexto sentido». También por eso aquí siempre decimos que el intelecto no piensa, es el resultado de haber pensado. Verlo así es relevante para la práctica, no es algo baladí.
Así el planteamiento «toda la fenomenología es mente» aquí queda reflejada como «toda la fenomenología es el resultado del procesado de este ordenador».
Como hemos dicho siempre, eso no significa que el ordenador «se invente» todo, eso sería idealismo puro o como cuando alguien se cree muy, muy en serio que «todo es un sueño».
Como armonizar que toda experiencia es mente pero no es idealismo puro se ha tratado aquí.
Este planteamiento de «ordenador-mente» es por tanto Mahayana al 100%.
Una variante budista (la Theravada, por ejemplo) que considere que «lo visto» es auténticamente existente como tal, diría que esa fenomenología es el resultado directo de la recepción de «lo-visto» tal cual, por ejemplo vía red o desde un disco.
Eso no pasa en los ordenadores, los ordenadores no reciben peces o gatos, ni tan siquiera letras, por tanto la metáfora no sería demasiado adecuada para ellos.
Si ves un pez en la pantalla, puedes suponer que el pez te ha llegado por la red tal cual y eso es un planteamiento de «exterior» auto-existente tal cual lo conocemos y que es el planteamiento habitual de la mayoría de las personas (veo un pez, porque hay un pez ahí fuera) y también Theravada.
O suponer que nos llega «otra cosa» (datos) y con ellos y nuestro programa podemos construir un pez que es lo que finalmente vemos: planteamiento Mahayana o incluso neuro-científico si quieres.
Hoy día, se sabe que es así como funciona la fenomenología, no hay mucho a discutir. El naranja no existe en la naturaleza, existe solamente en nuestras mentes. En la naturaleza existen vibraciones de diferente energía y frecuencia…
El embrión del pez-visto son los datos recibidos, muy cierto, pero eso es muy diferente a decir que el ya pez existe antes de que te lo muestre tu ordenador.
Incluso si te enviaran texto, el texto no va por la red, van datos y luego se te mostrarán en forma de letras, además ese texto será de mayor tamaño o diferente aspecto (eso que llaman tamaño y fuente del texto) o color para cada persona en su propio ordenador. Eso es, así pues, variable y subjetivo, tu lees los mails con font Arial y yo Verdana, tú pequeñitos y yo gigantes porque soy miope. No vemos «el mundo» igual…
Lo visto son gráficos, no datos. Y se crean en tu pantalla. No antes. Y tienen un elemento muy elevado de subjetividad (y eso que aún no hemos ni añadido nuestras creencias a ese pack).
Luego el pez o el texto concreto solo existe, en la pantalla del ordenador y en ningún otro lugar previo del proceso.
En terminología Mahayana, el pez es co-emergente gracias a ambas cosas (datos y ordenador propio) y otras, solo habrá ese pez o texto concreto en tu pantalla si todo eso ocurre (que hay red, que se transmiten datos, que se procesan, etc…). Y siempre tendrá una parte subjetiva, que le pones tú, en este caso la fuente del texto o el aspecto del texto o el pez. Cada actor del proceso, añade un parte… De ahí el término co-emergencia (emergencia compartida).
El pez es el resultado de todo eso y no hay otro pez como tal en la red o en la memoria o en los programas, allí hay bits (ni eso, finalmente son electrones) y más cosas raras de esas, pero no peces… Eso (esos bits) sería el noúmeno kantiano. Y nos queda tan lejos como poder ver como van los datos por los cables (más lejos, realmente, mucho más lejos).
El pez, ya lo sabemos, es qualia, la representación interna en nuestra mente. Y que se suele asumir como «lo que hay ahí fuera» cuando en realidad no lo es.
La pantalla, el famoso «espejo» (que no refleja nada). Eso es qualia. Y como nuestra consciencia, no es un espejo. Es un creador (pero no crea de la nada, ni al azar).
Básicamente es tu mundo interior completo (interior sobra, pues no hay otro, pero se pone como ayuda al entendimiento.
El intelecto es qualia también porque «lo oímos», es decir, tiene representación interna o es representación interna, mejor dicho. Sería ese texto que nos llega, vete a saber de donde…
Luego todo, todo lo que compone nuestra experiencia es creado por toda esa co-emergencia y de ahí que siempre se compare nuestra mente con Matrix. Es más o menos ¿no?
Seguimos
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Hablemos ahora del tiempo como experiencia fenoménica (cómo lo sientes)
Tradicionalmente en espiritualidad se ha dicho que el pasado y el futuro no existen, solo el presente.
Eso sin dejar de ser cierto no da respuesta alguna, ahora no existe el pasado pero ¿existió antes? lo que recuerdo ¿fue presente en su momento aunque no lo recuerde con precisión? ¿o es falso que tal cosa pasó?
Y si fue real, si pasó, podemos decir tranquilamente que ese pasado existió (cuando era presente), luego ¿a qué decir que es falso?
Uno, cuando ha pasado de largo un objeto caminando no dice que ya no existe. Eso puede sostenerse pero es idealismo puro (afirmar que solo existe lo que veo). No es muy razonable, para ver a donde nos llevaría esto es muy divertido leerse Tlon, Uqbar, Orbis Tertius (del gran Borges).
Así aunque es cierto que tal cosa como demostrar que tu pasado ha existido tal como lo recuerdas no es fácil, suena razonable a menos que seas idealista puro. Y en ese caso te sobra todo texto o razonamiento, pues todo es imaginado, nada es sólido, todo vale :). Cualquier razonamiento que hagas no tiene sentido.
Para tener más claro la difícil demostrabilidad de un pasado podeis recurrir a Phillip K. Dick (Blade Runner o Total Recall, por ejemplo). Es una forma entretenida de verlo. Pero que sea difícilmente demostrable no significa que no sea la hipótesis más razonable, sino ¿cual?
La realidad se distingue del idealismo por su coherencia. Si me insertan memorias de vacaciones en Tenerife la semana pasada, puede que yo no me dé cuenta y me lo crea, pero algún amigo puede encontrarse conmigo y contarme como cenamos en Barcelona esa misma semana. Esa incoherencia nos muestra que alguno de los dos «pasados» no fue real. No todo pasado vale.
Precisamente sabemos que nuestra memoria es muy floja e imprecisa, porque podemos hacer esas comprobaciones. Luego paradójicamente, si sabemos que nuestra memoria es débil es precisamente porque podemos comprobar poco o mucho, depende del caso, ese pasado.
Porque se oye mucho ese cliché de «solo existe el presente» pero no se parece reparar en estas obviedades ni plantea alternativa alguna a por qué tenemos memorias biográficas (aunque unos más que otros) coherentes (las mías con las tuyas). Que sabemos que son inexactas, cierto, pero eso es diferente a totalmente inventadas, de esas también hay, se sabe, pero no son todas, por suerte y son detectables por su incoherencia con el resto de registros del pasado que nos llegan.
Si no, tu supuesta «vida» sería una mera fantasía completa como las vacaciones en Total Recall.
Sobre el futuro lo tenemos más fácil, aparentemente no nos ha llegado y todo lo que sobre él elucubremos es solo eso, imaginación, no hay dudas. No es una visión inexacta como la del pasado o dudamos sobre si existió o no. En este caso es imaginación pura, aquí no tenemos demasiadas dudas.
No hay futuro en nuestra experiencia ni lo ha habido nunca, solo pensamientos o imágenes al respecto. Nuestra experiencia es presente y recuerdos (una forma de qualia que lógicamente ocurre en el presente). Nada de futuro.
Creo que es diferente, muy diferente, decir que nuestra experiencia es solamente presente, que afirmar que el pasado no existió. Lo primero me parece razonable, lo segundo todo lo contrario.
Luego ¿Y el presente? ¿existe? ¿tiene dimensión? ¿tamaño? si lo tuviera habría presentes más cercanos y otros menos, luego ha de ser puntual, a-dimensional y un punto (en el tiempo en este caso) se define por su ausencia de partes o componentes, luego ¿cómo podría tener el presente vivido toda esta riqueza fenoménica? No puede ser un punto a-dimensional.
Existe una contradicción importante entre argumentar que el presente es el punto a-dimensional donde se cruzan pasado y futuro, y pretender que a la vez es «todo esto» que se presenta ante nosotros. En un lugar a-dimensional no es posible nada, ni razonamientos, ni seguir la melodía de una canción, detectar movimiento, ni nada, pues todo ello requerirá un mínimo de tiempo para ser construido.
Luego, el presente efectivo (el que percibimos) paradójicamente no puede ser puntual.
Es decir nuestra mente no funciona en un presente a-dimensional sino que construye una experiencia fenoménica a partir de, aparentemente, un buen trocito de pasado (eso que algunos afirman que no existe).
No estoy hablando de recordar el pasado, sino de que incluso para que puedas entender una sola palabra que te digan, necesitas ir más allá de esa supuesta a-dimensionalidad del presente. Si solo tuvieras presente, solo podría detectar en cada momento la presión del aire puntual, pues un sonido requiere de tiempo para ocurrir. Una onda requiere tiempo. Puntualmente, en un punto del tiempo o espacio, una onda no es una onda. Pero el sonido son ondas, la luz son ondas…
También sabemos que los sentidos llegan temporalmente desordenados al cerebro y este los sincroniza. Si alguien tiene las referencias neurocientíficas al hecho, puede ponerlas en los comentarios, lo leí hace tiempo y ahora no las tengo a mano. Existen algunos experimentos visuales muy divertidos al respecto de cómo no existe un orden temporal estricto en la fenomenología. Algunos son tremendamente perturbadores… 🙂 Este no es el que más, pero lo encontré el primero y da una idea. 😀 (necesita audio)
Nuestro supuesto presente pues, no es tal.
Es una construcción mental de «pasados recientes variables» (ni siquiera de los mismos tiempos exactos) basada en procesado mental, y ni tan siquiera es necesario que toda esa construcción se te muestre «a la vez», bien podría ser una ilusión que oigo el ruido a la vez que veo el golpe. Es por eso que si intentamos verlo como puntual o no-puntual, en ambos casos obtenemos paradojas.
Viene a ser una alucinación bien construida.
Luego nuestro aparente presente es ilusorio, construido, compuesto, mental, etc… al igual que ya dijimos para la… consciencia.
Es una especie de espejismo razonable bien construido, parte del teatro cartesiano. Y no hay pruebas de que ni tan siquiera se te muestre todo a la vez, así pues no es exactamente como una película en un cine, es más complejo. Es cierto que lo vives como si todo se te mostrara a la vez y de forma íntegra pero la realidad experimental parece ser otra, luego es un engaño.
Así pues, tu sensación de tiempo es un engaño. Una alucinación construida y útil.
Entonces el misterio no es tanto el presente de la física que vimos hace dos días, que tendrá sus intringulis pero no nos afecta en exceso a nosotros como experiencia vital que somos, sino entender como ocurre todo esto de lo que hablamos hoy, como surge toda esa experiencia que llamamos «presente» o «paso del tiempo», y así nos damos de bruces de nuevo con los qualia, eso que nadie sabe como surge ni por qué. Pues toda la experiencia del «presente» se construye con qualia y nada más que qualia.
Nuestro supuesto presente es meramente el surgimiento de qualia y sus procesos asociados. Y el cambio en esos qualias es el supuesto paso del tiempo. Y nada más.
Nada más.
Es decir, básicamente el paso del tiempo, siempre en una dirección concreta, es consciencia cambiando, entendida ampliamente (qualia y su reconocimiento, en un espacio sincronizado).
Sin consciencia no hay paso del tiempo. Sin qualia no hay paso del tiempo y sin algo que perciba los cambios en ese qualia no hay paso del tiempo y sin un orden que sincronice esos qualias, no hay paso del tiempo.
No es que hayamos logrado mucho hasta ahora (ni lo lograremos) pero hemos roto con el espejismo de la física: el tiempo ya no es una cuestión física sino mental o fenoménica si quieres.
Y encima asociada al otro gran misterio: la consciencia.
Así podemos concluir que el paso del tiempo y la consciencia no son dos grandes misterios, son uno.
Y como todo buen gran misterio, no tengo la respuesta a su «¿por qué?», pero podemos acabar con un texto sobre el tiempo que siempre me ha gustado.
Es todo un reto, vamos a uno de los maestros más crípticos que ha existido dentro de la doctrina budista más críptica: Dogen y el Zen. Quizá esta última conclusión (que el tiempo vivido es consciencia) os ayude en la lectura.
Y si no se entiende, por lo menos obtienes una buena dosis de poesía.
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Derivado de un comentario.
La teoría del caos en física y el origen interdependiente budista están estrechamente ligados.
Casi podría decirse que la teoría del caos es un paso de la física hacia el origen interdependiente budista, como un acercamiento a esa forma de ver la «causalidad».
Igual que a veces hemos comentado que la mecánica cuántica también puede verse como un acercamiento a los postulados budistas, tanto de vacuidad (las partículas no son sólidas, no está claro ni qué son y pueden surgir del vacío sin problemas), como de, también, el origen interdependiente (como con el entrelazado cuántico).
Veamos ahora como la física del caos nos aproxima a los postulados budistas.
Lo primero que hay que entender es lo que es la física del caos, y que no tiene nada que ver con el caos puro o la aleatoriedad.
Vemos por ejemplo la definición de Teoría del Caos de la Wikipedia:
La teoría del caos es la rama de las matemáticas, la física y otras ciencias (biología, meteorología, economía, entre otras) que trata ciertos tipos de sistemas complejos y dinámicos no lineales muy sensibles a las variaciones en las condiciones iniciales. Pequeñas variaciones en dichas condiciones iniciales pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la predicción a largo plazo. Esto sucede aunque estos sistemas son en rigor deterministas.
Es decir hablamos de:
- Sistemas deterministas (es decir, nada de caos o aleatoriedad).
- Pero muy complejos o dinámicos.
- En los cuales un cambio muy pequeño en las condiciones iniciales provoca un gran cambio en el resultado final.
De ahí que el «efecto mariposa» se haya usado para caracterizar estos sistemas.
El efecto mariposa es ese que nos dice que una mariposa moviendo sus alas en Japón puede provocar un tornado en Kentucky.
Hablamos de un sistema determinista pero muy complejo (el clima) en que un cambio pequeño (una simple mariposa aletea) puede provocar un gran cambio finalmente (un tornado).
¿Y por qué se llaman caóticos? Bueno, porque actualmente están en la frontera de lo que sabemos calcular y por tanto nos parecen regidos por el caos, pero no lo están. Simplemente son complejos.
Existen muchos modelos de simulación del clima, pero ninguno da resultados perfectos (por eso hay muchos).
Ahora centrémonos en la palabra «sistema» para entender cómo funciona la física (a diferencia del o-i-d).
La física siempre, siempre trabaja con modelos simplificados de la realidad.
Cuando decimos que algo cae a 9,8m/s2 deberíamos decir siempre «en condiciones ideales»: sin rozamiento, en cierto lugar del planeta y no en otro donde igual varía un poquito, etc…
O dicho de otra manera las cosas no caen a 9,8 m/s2 en este planeta, no es cierto, pero en condiciones ideales ese sería su ritmo de aceleración gravitatoria. Y casi siempre caen con una aceleración muy cercana a esa, al menos hasta que van tan deprisa que el rozamiento con el aire adquiere relevancia. Entonces ya no aceleran así…
Es decir, la física asume que puede centrarse solo en los elementos causales más destacados de un sistema cerrado y obtener conclusiones extrapolables al resto de la realidad, ignorando los factores causales menos destacados.
Es importante destacar eso: se ignoran los factores causales menos destacados.
Pero ¿qué ocurre si los factores causales menos destacados pueden cambiar radicalmente el resultado final?
Imaginad que según el lugar del planeta las cosas cayeran a 9,8, en otro a 15 o 6,3 m/s2 debido a que la densidad de la tierra variara mucho de un lugar a otro (esto pasa realmente, pero en un grado muy, muy pequeño).
Entonces las fórmulas habituales para calcular la aceleración gravitatoria no valdrían… pues no tienen en cuenta dónde estás…
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