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Pues aquí lo tenemos:
Qualia, el problema duro de la consciencia y el budismo.
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Como se ha dicho siempre aquí, el pensamiento no actúa, no piensa, sino que es el resultado aflorado a la consciencia de haber pensado (la inteligencia) y cómo tal se comporta aquí. En esto la neurociencia también está de acuerdo con el blog.
Es como mirar una libreta con palabras y pensar que estas piensan. No, eso es el resultado de que alguien pensó (y lo escribió).
En realidad los misterios son ¿quién/qué y para qué lee esa escritura? ¿quién/qué y por qué la escribe?
Yendo a la espiritualidad, los famosos «testigos» neo-advaitas, se «desligan» de la acción (es decir eliminan la sensción de la autoría de esa acción) seguramente por el bloqueo que se hace durante el mindfulness de esos surgimientos de pensamientos más la interiorización de las creencias presentes en su doctrina.
Es decir, reducen mucho su sensación de autoría al reducir su pensamiento consciente al respecto de la acción (sobre todo por la accivación de la mente mindful) y eso lleva al paradigma del «no hacedor» advaita. Que es una experiencia de impersonalidad por bloqueo mental que no es difícil de obtener puntualmente aunque suele sorprender cuando ocurre, diversos lectores del blog me las han relatado (las mías pasaron hace mucho pero también pasaron, la primera pelando una naranja).
Pueden pasar, no es raro, ya antes del primer kensho. Incluso a veces se malinterpretan como realización de algún tipo.
Estos maestros advaitas y neo-advaitas, en realidad no se equivocan del todo en sus planteamientos: si fueran «solo-consciencia», serían no-hacedores, pues la consciencia no marca el curso de acción, no actúa según esta teoría y este texto. Serían testigos puros realmente (que no eternos).
El problema es otro, el problema es que «no todo es consciencia» por mucho que se empeñen, y la parte inconsciente de su mente va a seguir actuando… y como eso es molesto, se disociarán de todo ello… neti, neti… diciendo que no les afecta (cierto en parte) pero se han partido en dos aún mucho más de lo que ya estamos inicialmente.
Eso ocurre con cualquier doctrina de atman: cuando más fuerte sientas ese atman (tú mismo), más partida está tu mente, más potenciado está el teatro cartesiano.
Es decir las doctrinas de testigo puro o atman, disocian la consciencia del resto de la mente, y es correcto decir que lo que queda es un no-hacedor. Coincide con este texto. El problema es que además sigue existiendo toda su mente inconsciente (la gran inteligencia) que verán como ajena… Esa es la disociación en este caso.
Y esa mente inconsciente no se va, no se va a ir nunca, así se llega a aquello de «sigo deprimido pero ya no me importa (conscientemente)» y de hecho en esa situación va a ser más difícil arreglarlo… pues se tiende a ignorar el problema pues es ajeno. Eso es lo que en el blog llamamos disociación (una forma de bypass espiritual avanzado).
Retomamos el texto.
Así la voluntad consciente se define como «la sensación experimentada consecuencia de auto-percibir mentalmente una aparente causa» (palabras literales del estudio). Y lo de aparente es importante, porque es deducida, es una hipótesis mental que nos auto-damos.
O incluso de otra manera: la (sensación de) voluntad es una experiencia consciente que se deriva de interpretar nuestra acción como voluntaria.
Otra frase demoledora del estudio y que apunta directamente a «nuestra» inteligencia dice: por mucho que estemos convencidos de que nuestros pensamientos causan las acciones, sigue siendo cierto que tanto el pensamiento como la acción podrían ser causados por otra cosa que no se observa.
Que sería (ya lo hemos dicho) nuestra inteligencia del Sistema-mente. Que es un concepto comodín, no nos mojamos mucho realmente, pero sirve para explicar todo esto y desde «aquí» no se puede ver más… lo que haya dentro de la inteligencia no lo revelarán los meditadores, porque no se ve, lo revelará la ciencia.
De igual forma podemos usar la palabra freudiana «inconsciente» para referirnos a ello, siempre que tengamos en mente que es la mayor parte de nuestro procesado mental y no una mera cuestión de traumas ocultos y demás.
Y otra en la misma línea para reforzar el concepto: la ocurrencia de un proceso mental no garantiza al individuo ningún conocimiento especial sobre el mecanismo de este proceso.
¡Ningún conocimiento especial!!! Ninguno… poca broma… De tu propio pensar o actuar… No tienes ningún conocimiento especial o directo consciente de por qué haces las cosas. Otra cuestión es lo que deduzcas… pero es deducción, no saber y por tanto sujeta a error.
Y trasladándolo a la espiritualidad, es por eso, que la renuncia al intelecto que tanto nos aterroriza, en última instancia es bastante inofensiva, pues no es imprescindible generar esas hipótesis sobre el por qué hacemos las cosas. Al menos no siempre y sobre todo nunca de manera incontrolada. Y si bien es cierto que la sensación de autoría se reduce, si no se contemplan teorías atmánicas como verdad absoluta, tampoco se revierte a ese atman sino justo lo contrario (se revierte al origen inter-dependiente o causalidad)
A continuación el autor propone las características que debe tener el pensamiento para que se asocie acción y sensación de autoría, estas serían: prioridad, consistencia y exclusividad.
Es decir el pensamiento al respecto debe ocurrir antes de la acción (prioritariamente), ser consistente con la acción (que trate sobre ella y coincida con lo que haces) y que no trate sobre otras cosas o causas (exclusividad).
Experimentalmente se comprueba que si se carece de alguna o varias de esas características la sensación de autoría se degrada, se reduce o se pierde completamente.
Así se concluye: La experiencia de la voluntad es la forma en que nuestras mentes representan sus operaciones a nosotros [a la consciencia] y no su operación real.
Es decir que voluntad empírica o efectiva y voluntad consciente (ver definiciones al principio) están totalmente segregadas y la segunda es solamente «un aviso» de la primera, puesto en la consciencia para que la consciencia sepa lo que se va a hacer y no resulte sorprendida.
Siguiendo con el texto se dice: Una posibilidad es que el pensamiento y la acción surjan de sistemas mentales inconscientes acoplados.
Y de ahí surgen tanto la decisión de la acción como los pensamientos que la refuerzan y hacen explícita para la consciencia esa acción. Son aflorados ambos a la consciencia como forma de sincronización entre dos sistemas segregados.
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>Decidimos de forma a menudo inconsciente, y no solo eso sino que no se aflora a la consciencia las razones, solo la sensación de que queremos hacer eso.
En palabras del blog esto sería como decir que la decisión la toma la inteligencia (que es no-manifiesta, es decir inconsciente) y se aflora a la consciencia la sensación de voluntad, como una señal para que conste «que sí, que eso era lo que se quería hacer, no es un error». Pero sin aflorar el por qué (que probablemente tampoco se conoce en lo inconsciente).
Así el afloramiento de esa sensación de voluntad o autoría, es la forma de decirle a la parte consciente (al teatro dual o cartesiano) que la acción está validada, que es la que se supone que tiene que ser.
El autor cita a Spinoza para reforzar el mensaje:
Los hombres se equivocan al creerse libres; su opinión se compone de la consciencia de sus propias acciones y de la ignorancia de las causas que las determinan. Su idea de libertad, por lo tanto, es simplemente su ignorancia de cualquier causa de sus acciones.
- Spinoza
Es decir, la hipótesis es que las causas las trata la inteligencia y están vetadas a la parte consciente (aunque ésta puede hacer hipótesis al respecto y las hará).
Por supuesto si no afloráramos ninguna sensación de autoría consciente, entonces nos parecería, dada la situación, que «somos una marioneta» pues nos movemos y no solo no sabemos por qué, sino que además no parecería que lo hemos decidido nosotros.
Así la sensación de ejercer una voluntad es el aviso a la consciencia de que se va a hacer algo y que está bien, que es lo que se esperaba. Y así se evita la sensación de involuntariedad (light y no tan light) de la que hemos hablado antes y que sí existe pero solo aparece con patologías (cuando funcionamos mal) o bien de forma ligera, espiritualmente con ciertas prácticas concretas.
Esa sensación habitual de autoría que surge y todos conocemos, suele ir asociada a procesos mentales adicionales (como pensamiento conceptual) que a veces (no siempre) nos afloran algunas posibles razones para la acción y sobre todo que nos permitan justificar la acción (aunque no necesariamente han de ser la causa real, pues, repetimos, la consciencia no conoce esas razones).
Esta especie de esquizofrenia intrínseca de la mente no es algo nuevo, está en el fondo de conceptos ya tratados cómo la mente bicameral. O la fragmentación mental.
El autor nos explica esto con una metáfora: si dado un árbol, pudiéramos saber inconscientemente cuando el viento va a mover cada rama antes de que eso pase, acabaríamos pensando que la rama la movemos con la mente, pues cada vez que pensáramos que se va a mover, lo haría. Esa es más o menos la función de la sensación de voluntad consciente y así se asociaría la sensación de autoría en un caso en que no la hay realmente: aflorando a la consciencia el aviso de lo que va a pasar, un poco antes. Y eso es más o menos lo que se observa en algunos estudios al respecto.
Paréntesis (de mi cosecha, en el texto no se trata): es cierto que los procesos conscientes pueden a su vez enviar a la inteligencia argumentos y datos que aporten al siguiente curso de acción, pudiéndolo matizar o hasta cambiar o bloquear, y eso también se ha demostrado en experimentos. Eso es razonable si no la consciencia no serviría para nada y eso evolutivamente sería raro que ocurriera pues es un sistema complejo y costoso, ha de ser muy útil, ha de aportar. Pero el circuito de toma de decisiones que la neurociencia va definiendo es básicamente el comentado antes y esto último sería más bien un circuito de realimentación consciente posterior y que completa el ciclo orientándose hacia la siguiente acción que se vaya a tomar.
Igual que con el ejemplo del árbol, no necesariamente sabemos conscientemente por qué ha ocurrido la acción. Aunque por lógica, a veces (quizá a menudo) sí deducimos más o menos correctamente por qué razones hacemos las cosas, dado que conocemos qué nos ha ido pasando en esta vida… pero es importante entender que lanzamos hipótesis y a veces acertamos y a veces nos equivocamos pero no lo sabemos pues esa información no se aflora conscientemente. Esa información no está disponible. Nunca.
Así la teoría de la causación aparente afirma que «la gente siente una voluntad consciente cuando interpretan su propio pensamiento como la causa de la acción [pero no lo es]».
Esto es también muy espiritual, es típico fuera de los círculos espirituales estar convencidos de que la acción la guía el pensamiento intelectual (aquí intelecto), pero si se estudia la propia situación con detenimiento es muy fácil ver que no siempre es así. Y este texto nos refuerza la idea dejando caer que posiblemente nunca es así. Y eso es muy relevante a efectos espirituales.
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Voluntad consciente, voluntad libre, voluntad inconsciente, involuntariedad, voluntad empírica, voluntad fenoménica, etc…
Muchas voluntades. Dedicaremos este texto a charlar un poco de ellas y que nos aporta todo ello en el ámbito espiritual.
Este texto lo inspira el estudio de Daniel Wegner (del dept. de psicología de Havard) que podéis encontrar aquí.
Y de hecho esto es prácticamente una traducción/resumen del texto en inglés que se titula «La ilusión de la voluntad consciente«. Ya vamos avisados… 🙂
Primero las definiciones:
Voluntad consciente es lo que normalmente entendemos por voluntad, es decir, la situación en que siento internamente que quiero hacer algo y lo hago. Es decir hay una percepción consciente de la voluntad de hacer algo y luego ese algo es realizado. Existe la posibilidad de sentir internamente que quiero hacer algo pero no poder hacerlo, normalmente eso es debido a una patología (asumiendo que queremos hacer cosas factibles, como hablar o andar) y lo podemos dejar de lado por ahora. Pero también sería voluntad consciente (fallida).
Existe la voluntad inconsciente, no solo porque teóricamente parece que exista (cuando hacemos cosas inconscientemente o sin darnos cuenta o en piloto automático) sino porque la neurociencia la ha detectado, como cuando se detecta en experimentos esa voluntad de hacer o decidir algo, antes de que surja en la consciencia del sujeto del experimento.
El simple hecho de que exista la voluntad inconsciente es relevante a efectos espirituales. Por ejemplo ya no podremos decir eso de que todo es consciencia, pues hay mecanismos decisores no-conscientes. Y aunque no es muy relevante en el budismo, pues nunca se ha dicho que «todo es consciencia», si que es relevante para otras doctrinas espirituales algo más naives que sí lo afirman (e ignoran mulititud de contra-ejemplos como este).
La involuntariedad existe en casos patológicos como los casos del «miembro alien» (que no fantasma, que es otra cosa) en que, por ejemplo, una mano hace «lo que le da la gana». La diferencia con el caso anterior es que el sujeto puede expresar conscientemente una oposición a la acción pero aún así esta ocurrirá.
Este es otro ejemplo de no-todo-es-consciencia aunque en este caso patológico (como la visión ciega que demuestra lo mismo).
Existe una involuntariedad «light» (no patológica) que se da en espiritualidad bastante y que consiste en que no hemos puesto oposición a lo que se hace, pero tampoco parece que participemos de ello en absoluto. Esa forma de involuntariedad «light» es una forma disociativa más o menos fuerte (requiere de un atman que es el que observa, disociado de la acción). En espiritualidad a veces se denominará impersonalidad.
Voluntad empírica lo usaremos para hacer referencia a todo el proceso en el que nuestra supuesta voluntad mental sea consciente o inconsciente decide y ocurre la acción voluntaria. Es decir, abarca todo el proceso de «actuar» efectivo completo. Actuar es voluntad efectiva o empírica, sea como sea que ocurra eso. Es voluntad a secas, ocurra como ocurra.
Mientras que voluntad fenoménica se referirá solamente a «como sentimos mentalmente ese ejercer una supuesta voluntad». así esta segunda es totalmente subjetiva y consciente (es una sensación) mientras que la primera incluye algo que es objetivable (o has actuado o no has actuado).
Por voluntad libre, nos referiremos al famoso libre albedrío, a esa idea religiosa de que podemos ejercer una voluntad incondicionada o no condicionada pero que no es azar o aleatoriedad. Lo que más adelante se llama «una causa sin razón».
Aclarados términos, empezamos.
El Sr. Wegner en el inicio de su texto, empieza fuerte y hace una afirmación apasionante basada en pasados experimentos de neurociencia.
Esboza que la toma de decisiones es muy, muy compleja en nuestra mente y básicamente inconsciente.
Después afirma que la mente crea la ilusión consciente de la voluntad (fenoménica) pero que la mente y más concretamente la consciencia no conoce (no es consciente de) el mecanismo o las razones por las que se ha tomado la decisión.
Y que esa aparente sensación de voluntad consciente es resultado de haber decidido y no la causa de nada. Es meramente una forma de aviso a la consciencia de que se va a actuar voluntariamente.
A esta teoría se la llama teoría de la causación aparente. La revisaremos en detalle, de hecho es el núcleo de este texto. Explicar esta teoría y por qué parece correcta.
Lo que se afirma es demoledor: decidimos de forma a menudo inconsciente, y no solo eso sino que no se aflora a la consciencia las razones, solo la sensación de que queremos hacer eso.
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- ¿Sabes caminar?
Dices sí, y das un paso. Eso es consciente.¿Sabes qué músculos usas para caminar y en qué orden?
No, eso es inconsciente.
¿Cómo puedo ser consciente e inconsciente de caminar?
¿Eres consciente de respirar?
Dices sí, y respiras. Eso es consciente.
Sin embargo y por suerte casi ningún momento del día respiras conscientemente, sería agotador.
¿Cómo puedo ser consciente e inconsciente de respirar?
¿Sabes lo que es la visión ciega? Son personas que afirman no ver debido a una lesión cerebral, pero hechas pruebas, los científicos descubren que pueden esquivar objetos al caminar. ¿cómo pueden?
No ven conscientemente, pero ven.
¿Cómo puede ser eso?
Pista: asumimos que «aquello consciente» es lo que sabe, lo que decide y lo que percibe.
Todo eso parece ser falso. Al menos parcialmente falso.
Luego ¿para qué sirve?
Del andar, hay parte consciente e inconsciente.
Del respirar, hay parte consciente e inconsciente.
Incluso del ver (¡sorprendente!), hay parte consciente e inconsciente.
Y sin duda del pensar, hay parte consciente e inconsciente como demuestra el llamado «efecto Eureka».
Que ilusorio, pues, cuando en espiritualidad se dice «todo es consciencia».
Apenas nada lo es.
Siendo la consciencia una parte (de la mente), ¿qué parte es y qué aporta?
Hace días se hablaba aquí del libre albedrío, y se recordaban dos cosas:
1. Se ha observado que las decisiones pueden tomarse antes de que la parte consciente lo sepa, luego pueden ser inconscientes.
2. Pero se ha observado también que la consciencia puede vetar una decisión tomada, o dicho de otra manera que una decisión tomada inconscientemente puede ser vetada conscientemente.
Luego, qué cosas, las decisiones también son conscientes e inconscientes.
A ese efecto (el punto 2 sobretodo) se le ha llamado de forma bastante inocente «free wont», y digo inocente porque sigue sin haber rastro algo de que ese «won’t» se tome libremente o basado en ese elusivo libre albedrío.
Luego solo es un «won’t», no un «free won’t», pero es un Won’t que aparece tras un Will.
Es decir que la consciencia es algo que suele ir «después» de la inconsciencia.
Es, como dicen los informáticos, «un double check». Una comprobación adicional. ¿Por qué?
Se sabe además que los eventos fenoménicos tardan en surgir en la consciencia diversas décimas de segundo, puede parecer poco, pero implica que la consciencia siempre llegará tarde a los eventos muy rápidos, llegará cuando ya sea tarde para hacer nada al respecto.
Por suerte eso no importa mucho, porque lo inconsciente se encarga de eso.
Cuando te tiran algo a la cara y lo paras, no ha sido una acción consciente. No ha dado tiempo. Ha sido como estornudar, algo sobre lo que «tú» no tienes control. Y por eso suele hacerse notablemente bien…
Así pues tenemos un «double.check» lento que puede competir contra cursos de acción ya tomados por la parte no-consciente y vetarlos. Siempre que sean lentos.
Pero ¿para que necesitamos un double.check? ¿por qué dos capas mentales? una consciente y una que no ¿Aún siendo tan lenta, la consciencia sirve para algo? ¿para qué? ¿qué sentido tiene un double-check si es la misma mente quien lo ejecuta todo?
Pero antes de eso ¿es LA Consciencia? (como un «yo», con su esencia y unidad) ¿o es un espejismo y realmente no hay tal cosa sino montones de procesos disgregados que construyen una experiencia unificada solo aparentemente? una especie de simulación.
Eso ya ha sido demostrado por la ciencia, auque se quiera ignorar.
La pista es el experimento Molyneux.
Continua