Budeidad sin meditación – Avalokiteshvara (II)
21/04/2023, 7:07 am
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En segundo lugar, para llegar a una conclusión definitiva de que los fenómenos carecen de identidad, debes buscar alguna base sobre la cual se puedan aplicar etiquetas, abolir tus conceptos de que las cosas puedan parecer permanentes, enfrentar los defectos ocultos del beneficio y el daño, y colapsar la falsa cueva de la esperanza y el miedo.
Para empezar, si buscas algo con el significado último que subyace a la aplicación de todos los nombres, encontrarás que esto equivale a nada más que etiquetas que se aplican a lo que, al ser inefable, es simplemente el brillo natural (rang-dang) que subyace al pensamiento. Esto se debe a que es imposible que cualquier fenómeno haya existido alguna vez como autosuficiente en términos de ser una base para el etiquetado. Por ejemplo, ¿a qué se refiere «cabeza» y por qué? ¿La etiqueta se aplica porque la cabeza constituye la primera etapa en el crecimiento del cuerpo, porque es redonda o porque aparece más arriba? De hecho, la cabeza no es la primera etapa en el crecimiento del cuerpo, la etiqueta «cabeza» no se aplica a todo lo que es redondo, y cuando se examina los conceptos de «superior» e «inferior», no hay absolutos de superior o inferior en el espacio. Del mismo modo, el pelo de la cabeza no es la cabeza. La piel, al ser piel, no está etiquetada como «cabeza». Los huesos, al ser llamados «huesos», no están etiquetados como «cabeza». El cerebro no es la cabeza, los ojos y los oídos no son la cabeza, y la nariz y la lengua no son la cabeza.
Podrías sugerir que, si aislamos estas partes individualmente, no constituyen la cabeza, sino que su masa colectiva se llama «cabeza». Pero si cortaras la cabeza de una criatura, la pulverizaras en moléculas y partículas subatómicas, y luego se la mostraras a alguien en el mundo, nadie diría que era una «cabeza». Incluso si las partículas se reconstituyeran con agua, esta masa no sería etiquetada como una «cabeza». Así que debes entender la situación: que no hay ningún objeto que sea la base de la expresión «cabeza», que es simplemente una figura retórica.
Tomemos un caso similar, el de los ojos. La etiqueta «ojos» no se aplica a las esferas que existen en pares. La esclerótica no son los ojos. Los fluidos, los nervios, los vasos y la sangre tampoco son los ojos. Si analizas estos componentes individualmente, verás que ninguno de ellos son los ojos. Tampoco lo son las partículas de su masa colectiva o la masa que se obtendría reconstituyendo estas partículas con agua. Lo que ve formas, al ser un estado de conciencia, no son los globos oculares, como lo demuestra el hecho de que hace que la visión tenga lugar durante los sueños y el bardo.
Del mismo modo, en el caso de los oídos, los canales auditivos no son los oídos. La piel no son las orejas. El cartílago, los nervios, los vasos, la sangre y la linfa, al ser referidos por sus propios nombres, no son las orejas. El polvo que resultaría de pulverizarlos no serían las orejas. La masa que se obtendría reconstituyéndolas no serían las orejas. Si crees que la etiqueta «oídos» se aplica a lo que oye sonidos, solo observa lo que oye sonidos durante los sueños, el estado de vigilia y el bardo. Es la mente ordinaria como conciencia presente eternamente, no los oídos.
De forma similar, todas las partes componentes de la nariz (fosas nasales, piel, cartílago, nervios y vasos sanguíneos) a las que se hace referencia por sus propios nombres, no están etiquetadas como «nariz». Dado que lo que huele olores es un estado de conciencia, debes examinar qué huele olores durante los sueños y el bardo. De la misma manera, si analizas los componentes individuales de la lengua (el¡ músculo, la piel, la sangre, los nervios y los vasos) a los que se hace referencia por sus propios nombres, no se les llama «lengua». El polvo que resultaría de pulverizarlos no se llamaría «lengua». Incluso la masa obtenida al reconstituirlos con agua no se etiquetaría como «lengua».
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Budeidad sin meditación – Avalokiteshvara (I)
19/04/2023, 7:07 am
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Primero, para llegar a una conclusión definitiva (tan la wab-pa) con respecto a la visión, el punto clave sagrado es llegar a un entendimiento definitivo a través de cuatro temas: inefabilidad (medpa), unidad (chig-pu), apertura (khyal-wa) y presencia espontánea (lhun- drub), y realizarlos tal como son.
En el primero de estos temas, el proceso de llegar a una conclusión definitiva sobre la inefabilidad tiene dos divisiones: llegar a una conclusión definitiva sobre la identidad personal (gang zag gi dag) y una conclusión definitiva sobre la identidad de los fenómenos (chho kyi dag).
Comencemos por definir la «identidad personal».La impresión de que existe una identidad (dag), ya sea en la experiencia de vigilia, los estados de sueño, el bardo -el estado intermedio de existencia condicionada entre la muerte y el renacimiento- o la próxima vida, se denomina «identidad personal». Inmediatamente después de esta primera impresión, hay una consciencia subyacente que toma esta impresión como un «yo» y que se denomina «consciencia subsiguiente» o «conceptualización». A medida que se presta atención a esto, llega a parecer estable y sólido. Por estas razones, al tratar de localizar la fuente de la que aparece este llamado yo, llegarás a la conclusión de que no tiene una fuente auténtica.
Al buscar el lugar donde esta identidad podría habitar entre su origen y su cese, debes examinar de la siguiente manera para determinar si, para este llamado yo, una ubicación y algo ubicado allí existen como algo que puede ser identificado y caracterizado individualmente. La cabeza se llama «cabeza» no soy yo. Del mismo modo, la piel de la cabeza se llama «piel» no soy yo. El hueso, al ser referido sólo como «hueso», no soy yo. Del mismo modo, los ojos, al ser sólo ojos, no son yo. Las orejas, al ser sólo orejas, no son yo. La nariz, al ser sólo la nariz, no soy yo. La lengua, al ser sólo la lengua, no soy yo. Los dientes, al ser sólo dientes, no son yo. El cerebro tampoco soy yo. En cuanto a los músculos, la sangre, la linfa, los nervios, los vasos sanguíneos y los tendones, al ser referidos solo por sus propios nombres, no están etiquetados como «yo». De esto obtendrás comprensión.
Además, los brazos, al ser sólo brazos, no son yo. Los hombros tampoco son yo, ni tampoco la parte superior de los brazos, los antebrazos o los dedos. Además, la columna vertebral, al ser sólo la columna vertebral, no soy yo. Las costillas no son yo, el pecho no soy yo, los pulmones no son yo, el corazón no soy yo, el diafragma no soy yo, el hígado y el bazo no soy yo, los intestinos y los riñones no son yo, y la orina y las heces no son yo.
Además, esta etiqueta «yo» no se aplica a las piernas. La etiqueta «muslos», no la etiqueta «yo», se aplica a los muslos. Del mismo modo, las caderas no son yo. Las espinillas no son yo, ni tampoco los empeines de los pies o los dedos de los pies.
Resumiendo, la piel externa no está etiquetada como «yo» las capas intermedias de músculo y grasa, al ser referidas como «músculo» y «grasa», no están etiquetadas como «yo» los huesos del interior, al ser referidos como «huesos», no están etiquetados como «yo»; la médula más interna, al ser referida como «médula», no está etiquetada como «yo»; e incluso la consciencia, al ser etiquetada así, no es etiquetada como «yo». Por lo tanto, puedes estar seguro de la vacuidad en ausencia de cualquier ubicación o algo ubicado entre el origen y el cese.
Del mismo modo, debes llegar a la decisión de que todos los destinos finales y todo lo que vaya allí son trascendidos. En realidad, al igual que con la visión defectuosa, existe la apariencia de que las cosas son lo que no son. Además, usar todas estas etiquetas es como hablar de los cuernos de un conejo.
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Aquel que mira hacia abajo
Este es para Diego:
Mira hacia abajo, continuamente mira hacia abajo.
Y ve la realidad moverse, mutar y cambiar continuamente. En esa maravillosa red de joyas, unas brillan con mayor luz. Las observa surgir, resplandecer, a veces atenuarse para brillar más tarde con más fuerza, a veces apagarse…
Son seres sintientes.
Mirados de cerca los ve sufrir, luchando como por desembarazarse de la red, como si estuvieran atrapados en ella, como sin darse cuenta de que la red son ellos y ellos son la red. Y no hay nada que no sea red, y que no sea ellos.
De vez en cuando, ya raramente, mucho menos que en kalpas anteriores, en su samadhi logra acercarse a alguno de ellos que ve brillar con especial intensidad, que ve luchar con especial desesperación para liberarse de la red. Intenta llegar hasta él.
En kalpas anteriores, hubo la ignorancia.
No podía todavía llegar a ellos. Sus susurros no llegaban, no podían oirle. Por fin su samadhi fue suficientemente profundo y pudo llegar a ellos, algunos pudieron escuchar y ser liberados.
Pero ahora, en la red, en estos kalpas, es la edad de la confusión.
Él susurra suavemente al oido de los seres sintientes, ya puede llegar hasta ellos con facilidad, pero miríadas de voces se levantan gritando, todas gritan en su sufrimiento: «¡No, tú no!», oye que grita una, «¡Falso, es todo falso!», «¡la única verdad es la mía!», «¡Ignorantes!», «¡No es así», «¡Está escrito!. Todas gritan, es un griterio tan elevado tan alimentado por el sufrimiento, que sus susurros no son escuchados. Su voz no es suficientemente fuete, su voz no es suficientemente convincente.
A pesar de ello todavía hace algunos intentos muy de tanto en tanto, de kalpa en kalpa alguien parece poder escuchar entre el griterio. Pero son pocos.
Así que la mayor parte del tiempo, desde el cielo de Tusita, solo observa la red, y ve los maravillosos puntos de luz, increiblemente más bellos que la más bella joya, encenderse y apagarse, agonizando en su pelea con la red de Indra sin entender que no hay nada más allá y que no puede escaparse de lo que uno es. Sin entender.
Observa y solo observa. Mira hacia abajo. Y aún de forma gozosa, llora por todos los seres sintientes. Las lágrimas en forma de lluvia aún apagando algunos fuegos efímeros, no pueden liberar.
Pero sabe, que no importa cuantos kalpas pasen, tarde o temprano la edad de la confusión pasará, así que Aquel (Ishvara) que mira (lokita) abajo (ava), cumple con su voto y sigue mirando hacia abajo.
Namo Ratna Trayaya,
Namo Arya Jnana
Sagara, Vairochana,
Byuhara Jara Tathagataya,
Arahate, Samyaksam Buddhaya,
Namo Sarwa Tathagate Bhyay,
Arhata Bhyah,
Samyaksam Buddhe Bhyah,
Namo Arya Avalokite
shoraya Bodhisattvaya,
Maha Sattvaya,
Maha Karunikaya,
Tadyata, Om Dara Dara,
Diri Diri, Duru Duru
Itte We, Itte Chale Chale,
Purachale Purachale,
Kusume Kusuma Wa Re,
Ili Milli, Chiti Jvalam, Apanaye Shoha
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