El blog de 道


Intelecto, inteligencia, sujeto, consciencia y atención (I)
16/11/2016, 8:10 am
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La idea tras este texto es clarificar lo que se quiere decir por estos términos cuando se usen en este blog. Hay otros terminos fundamentales para la vida espiritual como son Ser, Corazon, etc… pero dado que pertenecen a otra familia y que los términos mentales ya son suficientes y suficientemente complejos, dejaremos los demás para otro momento. Tambien existen otros elementos mentales como memoria, etc… Pero deberan tambien esperar su momento.

Este articulo surge gracias a algunos comentarios de Jose. Vamos allá.


Empezamos por lo mas grueso: el intelecto.

Por intelecto entendemos lo que hasta ahora se ha llamado por aqui pensamiento conceptual consciente, aunque es casi mejor llamarlo lenguaje interiorizado, o incluso «voz interior» pues a pesar de la relevancia que le da el ser humano, hasta el punto de hipnotizarse y vivir en un mundo intelectual, es solo eso: lenguaje interiorizado.

En cierta manera pasamos gran parte de nuestro tiempo contándonos a nosotros mismos cuentos, historias irreales que nosotros mismos nos inventamos. ¿No suena eso a vivir en un sueño?

Tu cabeza se expresa, también internamente, en tu lenguaje natal o a veces en un lenguaje extranjero suficientemente adquirido. El lenguaje tiene dos caracteristicas importantes: es totalmente dual y es totalmente conceptual.

Es decir solo sabe trabajar con sujeto y objeto (aunque el castellano tiene alguna excepción interesante que ayuda bastante en espiritualidad como son los verbos impersonales) y solo sabe trabajar con conceptos.

El lenguaje, el intelecto, es tremendamente útil, práctico, ha hecho del ser humano el rey del planeta. No es necesario renunciar a él, sería estúpido, pero hay que destronarlo como dueño de la mente (especialmente como dueño emocional de la mente), pues como dijo alguien «el sueño de la razón crea monstruos» y así nos va…

¿Por qué nos hablamos a nosotros mismos? ¿tiene eso sentido? si te lo estás contando ¿acaso no lo sabías ya?!??! ¿para qué te lo cuentas a ti mismo? ¿no es eso un forma de locura como el que va por la calle hablándose en voz alta pero solo un poquito más discreta?

En cierta manera sí. Estamos desequilibrados, y vivimos en una ensoñación auto-generada por conceptos una gran parte de nuestro tiempo, pero no nos damos cuenta. No sabemos vivir de otra manera…

Además debería ser bastante evidente para cualquiera un poco observador, que el intelecto, de forma directa, es una función bastante irrelevante para la acción,  dado que la mayor parte del tiempo nos la pasamos pensando en (hablándonos a nosotros mismos sobre) el pasado o futuro inventado mientras en realidad estamos haciendo otra cosa…

El intelecto y la acción son funciones notablemente separadas. Conectadas de forma indirecta a través de la consciencia, la atención y la inteligencia (y además en este orden, formando una cadena), lo veremos más adelante.

Cuesta entender que el intelecto, ese pensamiento conceptual es una subproducto, un resultado, no es el iniciador de nada ni el decisor de nada.

Un pensamiento (el intelecto) no piensa. Es una expresión completa en sí misma igual que mover una mano. Si escribimos «2+2=4» no creemos que eso «esté pensando» ¿verdad? lo entendemos como el resultado de algo más profundo, que de alguna manera ha permitido realizar esa expresión.

Pues así realmente debemos ver el intelecto (la voz interior) porque eso es lo que es.

Y sin embargo, a pesar de que todo esto es observable en el día a día y de forma relativamente fácil, el intelecto de alguna manera ha absorbido nuestra identidad.

La mayoría de personas, si tuvieran que identificar su núcleo más profundo, lo que los define, lo identificarían con esa voz. con ese intelecto ruidoso, aparentemente inútil y descontrolado. ¿No es eso paradójico?

Una parte relevante de la senda espiritual es superar ese grave error, esa hipnosis profunda.

Y para ello hay que entender «quién o qué piensa».

Vamos a ver qué es (o a qué se llamará aquí) inteligencia.

(continua)



Budismo humanista y vitalista (2)

Hemos dicho: existe al menos un camino espiritual cuyos frutos permiten vivir esa vida.

 

Ese camino consta de:

  1. Integridad
  2. Entendimiento
  3. Entrenamiento de la mente

 

  1. Integridad, entre creencias, pensamiento, habla y acción. Unidad. Ausencia de conflicto interno.
  2. Entendimiento,  correcto y total del origen condicionado y dependiente de la realidad, y entendimiento correcto y total de la propia naturaleza.
  3. Entrenamiento de la mente, atención progresivamente transmutada en presencia y samadhi como medios para cambios profundos y permanentes.

 



La manta

En el metro, de vuelta de la clase de sumi-e tras la jornada laboral, ya algo cansado, ligeramente pegajoso, música en los oidos, suena Antistar. Me encanta.

Mucha gente, muchos turistas, un ambiente cargado lleno de desconocidos apretándose contra ti, un lugar en el que ningún animal puede sentirse a gusto respirando. Incomodidad.

Pero la ausencia atenta vuelve con fuerza, quizá por la música. Entonces esa atención depurada, estable, inamovible, tan fina que es más ausencia que presencia, lo envuelve todo, pensamiento, sentimiento, intención, visión, oido, tacto, calor, energía. Todo diferente, legión, pero todo patente, nada inconsciente.

A ratos los ojos se cierran y desaparece el universo sumergido en la música.

Pero a ratos miras alrededor y un pensamiento en tu mente dice «mira, la manta», un chiste privado. Y miro y veo de nuevo La Manta. Lo visto es a la vez totalmente vivo y profundo, brillante y claro, pero sin distancia. Miro una niña y es mi inocencia, a un personaje rudo y es mi rudeza, a una anciana y es mi vejez, miro a un perro algo asustado y es mi indefensión y mis miedos. Todo intimamente propio. Dentro, fuera, mio, tuyo, yo, otro, bueno, malo, simple, complicado, fuerte, débil, bello, feo. Nada deja de ser mío, oh, digo mal, no es mío, no es ajeno, no soy yo, no soy todo, no soy nada tampoco ¿cómo podría? ¿no son todas esas, finalmente frases sin sentido? Es La Manta, porque somos La Manta, porque no somos La Manta. Y me hace sonreir esa estúpida broma privada. Y ahora…

Es mi parada.

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Feliz dia de letras y flores



La atención (PDF)

He colgado un PDF consolidando las cinco entradas sobre la atención de hace una semana y también algunos de los comentarios para facilitar su lectura.

Está aquí y quedará accesible en la sección de mini-libros.



La atención (y IV)

Llevar el concepto de no-intervención o no-esfuerzo o incluso de no-yo al extremo, lleva a ciertas prácticas carentes de atención y que no generan frutos permanentes. Y que además son bastante agradables en general, con lo cual son muy atrayentes, algunas casi adictivas.

A veces intuyo que hay muchas personas creyendo que practican shikantaza (u otras meditaciones similares) y están haciendo eso, porque se exagera el factor de no-intervención o no-esfuerzo.

Y además en el shikantaza se da un consejo de doble filo: «que si hay pensamientos no pasa nada». Y es cierto, no pasa nada si los ves (atención) y no te identificas con ellos, simplemente dejas que se auto-liberen. Pero si no estás vigilante y los sigues y persigues y te identificas (lo notarás, por ejemplo, por la reacción emotiva que te produzcan) entonces no estás practicando nada… Típicamente el practicante de este tipo, reacciona solo cuando llega la sensación negativa, se está agobiando de nuevo por el trabajo o la familia… pero quizá lleva cinco minutos perdido en sus pensamientos. Son cinco minutos perdidos por falta de atención… Y lo peor es si además cree que eso es shikantaza.

Este tipo de errores se potencian porque hoy día se quiere practicar desde el principio «la técnica más elevada», como si hubieran categorías… 🙂 y a menudo se rechazan las prácticas preliminares que son las que van a construir nuestra habilidad para poder meditar consistentemente.

Quién sabe si  a veces por no fortalecer la atención durante unos meses luego uno pierde años en una práctica incorrecta, inconstante, sin atención al no estar maduro para ella.

Hay una forma muy intuitiva de distinguir la situación de prácticas sin atención: ¿estás presente? ¿te sientes presente en tu práctica? ¿mucho más presente que en el día a día? ¿O por el contrario sientes que «no estás»? ¿que desapareces? ¿y qué tu mente divaga libremente mientras tanto? ¿mucho más ausente que en el día a día? ¿o si ocurren ambas cosas? ¿cuanto tiempo en cada situación?

Eso te dará una idea de tu necesidad de reforzar la atención y, no lo olvidemos, todos tus hábitos diarios que hagan que llegues a la sesión de meditación con un ánimo relajado y adecuado.

Recuerda, cuando hablamos de estar presente, hablamos de estar presente, no tendrás ninguna duda al respecto. El Buddha no es que no esté presente, es la presencia en su máxima pureza, simplemente no hay concepto de yo allí, ¿no lo entiendes? No te preocupes, no se entiende…

Una anécdota: recuerdo que alguien me comentó que un día pudo saludar al Dalai Lama, me dijo que lo que más le sorprendió es que parecía que mientras le hablaba a él (que igual fueron 30 segundos) parecía como si para el Dalai Lama solo existiera él, como si no hubiera nada más en el mundo. Su presencia y atención era total. Eso es.

La atención no es el «yo» ¡¡fundamental error!!!! sino que es la principal herramienta que puede llevarte más allá del engaño de un núcleo autónomo y decisor que llamas «yo». Es principal porque es requisito para muchas otras, como por ejemplo la obtención del prajna (sabiduría) necesario/a.

También es muy diferente no-intervención a no-atención, y es muy diferente no-intencionalidad a no-atención.

Puede haber atención no-intrusiva y puede haber atencion no-intencional (léelo con atención, por favor).

Y justo eso es lo que debe haber.

Respecto al no-esfuerzo… pues que sin esfuerzo, entendiéndolo como que la atención se cansa o como tranquila perseverancia, pero no como tensión o ambición, nada se consigue.

Reitero no hay que pasarse de frenada, atención no significa ni exceso de volición, ni exceso de intención, ni exceso de tensión. La actitud, como siempre, ha de ser de una suave y amable perseverancia ausente de objetivos concretos.

¿Es todo esto demasiado sutil? Sí, lo es, nadie dijo que fuera fácil… Los factores clave no son las horas sentado o el nivel de tensión o sensación de esfuerzo, o si te sientas recto… sino estas sutilezas y la actitud…

Cuanto más sutil, tranquila y delicada se vuelve la atención más fácil es penetrar en capas profundas de la mente sin interferir (pero aprendiendo). Y esa penetración nos abre al espacio en el que pueden producirse cambios aún más profundos en nuestra mente.

Y llegados aquí creo que el tema se ha agotado a sí mismo. Ha quedado un texto largo, quizá el más largo hasta ahora en el blog, espero que sea de utilidad.

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