El blog de 道


3. La mente despierta (V)

Ahora bien, la propuesta de las religiones asiáticas no es que no sea compresible, se puede ver de donde surge.

Porque como hemos dicho, por primera vez, cuando despiertas, la mente consciente da un paso en el vacío con el que se conoce a sí misma como auto-existente, por primera vez, repito puede existir de forma autónoma. Esa mente consciente dando un paso al vacío y la auto-existencia pura es la mente despierta, inicialmente nada más.

Por tanto la vivencia sí que es de que “ahora SOY de una forma mucho más pura que antes”, “de forma más profunda y nuclear que antes” dado que ningún contenido mental se apega a mi eseidad. La puedo vivir en su pureza. Por eso se suele hablar en el advaitismo de consciencia pura.

Y eso va a ser independiente (y por eso en ello coinciden budismo y hinduismo) de si esa ese-idad pura es eterna o compuesta e impermanente.

De nuevo, afirmar una cosa u otra de las anteriores (si es eterna o no) es mero dogma, respetable pero dogma. No hay pistas en la mente despierta que te permitan decantarte por una de esas dos opciones. No se capta ninguna “eternidad” concreta que no sea la atemporalidad del más puro ahora, y por tanto ambas propuestas podrían ser ciertas o falsas.

Lo que sí se capta con claridad es que “soy” y “soy más allá de los contenidos mentales”.

Punto.

La no-conceptualidad que pueda tener asociada (pero que también puede tener la mente mindful o consciente) profundizada, nos lleva a cierta atemporalidad, por deconstrucción mental de pasado y futuro, pero ese es otro tema…

Seguimos: en el mini-libro Dinámicas de realización se busca expresar eso mismo de otra manera y para ello usa el truco, tan habitual en espiritualidad, de decir “lo que no es”, en lugar de afirmar lo que creemos que es.

Y la mente despierta lo que no es, es ningún contenido mental, pues existe de forma autónoma a ellos.

No es lo visto, ni lo oido, ni lo sentido, ni …

Pero todo esto tampoco lo era la mente mindful.

¡Ah! pero es que tampoco es “lo pensado”.

Y eso es nuevo.

Si recordais, dijimos que tenemos un problemilla con “lo pensado” y es que nos absorbe con gran fuerza. Y eso es así, porque realmente creemos ser lo pensado, creemos ser nuestros pensamientos. O dicho de una manera más precisa, en cuanto aparece el pensamiento intelectual, nuestra identidad es arrastrada dentro.

Y eso justo es lo que no pasa en la mente despierta.

Así que una forma razonable de definir la mente despierta puede ser “vivir por primera vez que no soy mis pensamientos”. Y esa es la definición que se usó en el mini-libro.



3. La mente despierta (IV)

Bien, si la mente despierta es simplemente la mente mindful capaz de existir por sí misma, no apegada a un contenido mental, entonces…

¿Cómo se ha dado lugar a descripciones y etiquetas tan diferentes respecto a ella en las diferentes religiones y dogmas? y más importante, si la mente despierta es solo eso, ¿por qué ella nos abre las puertas a la liberación?

Vamos a intentar responder o al menos, elucubrar sobre ello.

Empezaré por la parte más endogámica. En el mini-libro «Dinámicas de realización» se define Despertar como realizar que no eres tus pensamientos.

Y aquí, ahora se define Despertar como obtener el acceso a esa mente que llamamos despierta.

Estaría bien que el blog fuera al  menos coherente consigo mismo, ¿no? 🙂

Y lo es, lo veremos, aunque no descarto incoherencias futuras, pues todos aprendemos algo nuevo cada día. 🙂

Otras propuestas para definir Despertar podrían ser:

  • Realizar lo que eres más esencialmente (y aquí el budismo dirá esencia o naturaleza búdica o anatman, o el hinduismo dirá atman, etc…).
  • Realizar que eres consciencia pura (neo-advaitas podrían estar de acuerdo con esta) o de forma similar realizar que eres el testigo eterno.

Este «realizar» realmente es «vivir».

Es decir, se afirma que por primera vez vives lo que eres. Este descubrir no tiene nada que ver con el aprender del intelecto, como cuando Einstein descubre (deduce, realmente) la teoría de la relatividad.

Es más: «ser eso».

Se descubre porque se vive… como mucho podemos decir que se descubre como acceder a ella, aunque a menudo tampoco ocurre tal cosa la primera vez. Solo se «vive» durante un ratito…

Pero esa definición tradicional en que se define el Despertar como «vivir por fin lo que eres realmente» plantea serios problemas de coherencia, pues se está tomando una postura doctrinal que ha dado bastantes dolores de cabeza argumentales a esas dos religiones (budismo e hinduismo)

Y eso es así, porque si la mente despierta es «lo que eres realmente» se tiene que explicar por qué la mayoría de las personas pasan la mayoría de su tiempo sin «ser» lo que «son realmente».

Si ahora, tras despertar, «vivo lo que soy realmente», ¿exactamente qué «vivía» antes y por qué?

Las religiones asiáticas han volcado rios de tinta para resolver esta pregunta, tanto hinduismo como budismo. El mítico Dogen dedicó gran parte de sus intrincados textos a intentar dilucidar esta compleja situación. Y tuvo que hacerlos realmente complejos e intrincados y aún así cayendo en contradicciones y paradojas.

Pero en realidad, no era necesario.

Basta con no argumentar que Despertar es «vivir lo que eres realmente» sino simplemente «vivir una situación diferente» a la que tenías antes del despertar.

¿Yo no era mi esencia antes del despertar? ¿o por qué ignoraba, si ese es el argumento, lo que yo era? etc…

Pueden encontrarse respuestas a estas preguntas, sin duda. Pero la navaja de Occam (escoger la teoría más sencilla que coincida con la experiencia) dice que lo más fácil es que simplemente ha habido un cambio a una situación diferente. Potencialmente nueva. Quizá nunca habías sido «eso» realmente… No lo sé… pero parece lo más sensato…

Asumir que en la mente despierta «soy yo o mi esencia» y la mente mindful no o incluso la inconsciente tampoco, es simplemente dogma. No veo razón para ello que no sea dogmática. Otra cosa es que sea una evolución razonable o sea más liberadora o te haga vivir de forma más plena, etc…

(continua)



3. La mente despierta (III)

Tradicionalmente se ha dicho que el despertar es a-causal. Eso es falso si lo interpretas como aleatoriedad. Pero es cierto si lo interpretas como que nadie puede causar el despertar en ti. Ni siquiera tú mismo. No porque no hayan causas, que las hay, sino porque son demasiado sutiles para ejercerlas.

Sería algo así como decir que el enamoramiento es a-causal. Es quizá lo que más se parece. O decir que el hecho que te guste más las naranjas que las manzanas es a-causal.

Es ese nivel de a-causalidad.

Más cosas, cuando despiertas, rompemos esa conexión identitaria con tu intelecto que vimos que lastra a la mente del mindfulness.

Ahora pueden haber pensamientos intelectuales siendo percibidos de fondo en la consciencia, y que la mente despierta aún estando completamente presente, no esté asociado a ellos. Hasta ahora tal cosa no era posible.

Inicialmente esto se siente como cuando alguien oye una conversación de fondo mientras está en otra cosa. No es del todo ni consciente ni inconsciente de esa conversación, no le molesta, está a lo suyo, pero si quisiera recordar lo que han dicho en esa conversación de fondo a la que no atendías, a veces puedes recordarla toda o en parte.

Por supuesto también puedes «elegir» atender a esos pensamientos… o dicho de forma más precisa, puede ocurrir que algo de lo pensado llame tu atención… o no…

Cuando notes que ocurre eso, estás en la mente despierta.

Y lo digo así, porque a veces, en meditación profunda, sí experimentamos la mente despierta. Pero la perdemos al levantarnos de la meditación.

Realmente el Kensho es la experiencia de la mente despierta fuera del cojín, pero casi con seguridad antes ha ocurrido más de una vez en el cojín para que te ocurra luego fuera de él.

Pero en el cojín puede que no nos sorprenda tanto, pues al fin y al cabo para eso meditamos. Ya suponemos que pueden ocurrir estados mentales «no ordinarios». Y este no es como fuegos artificiales, es sutil.

Así que casi seguro experimentarás la mente despierta antes en meditación que en el día a día. Y tengo la impresión de que en función de la práctica elegida será más fácil llevarla al día a día o quedará enclaustrada por siempre en los ratos de meditación.

(continua)



3. La mente despierta (II)

Nadie sabe como hacerte despertar de forma segura. Nadie que yo conozca, al menos.

Pero si entendemos lo que es Despertar y las dinámicas relacionadas, es mucho más fácil ir en la dirección correcta.

Tradicionalmente se han dicho algunas cosas que son ciertas y que son complementarias al respecto de esta mente despierta:

  • Que es el sujeto de la mente consciente. Y por eso la fuente de ese-idad. Es quién ejerce la mente consciente, por tanto el consejo «búsca quién eres realmente» aplica.
  • Que debemos relajarnos desde la mente consciente. Quién ansía o busca es lo que nos aleja. Y es así. En las aguas sucias de dukkha (tensión) no nos será fácil ver nada. Primero pacifiquemos.
  • Una variante interesante de esta propuesta es la que nos propone «abandonarnos» para acercarnos a la mente despierta. Eso es una forma de pacificación obtenida a partir de la aceptación de lo que nos haya pasado o lo que nos vaya a pasar. Ecuanimidad sería una palabra también válida en al misma línea.
  • Que la mente despierta, no se percibe, no se encuentra, sino que se siente (igual que la mente consciente, y cualquier otra, realmente). Por mucho que busques tu mente inconsciente, tampoco la vas a encontrar. Ahora bien, a la que te despistes… aparece sola ¿no ocurre acaso así? Pues no esperes encontrar la mente Despierta. Ella te encontrará a ti…
  • Que se sitúa «tras» (sea lo que sea que esto signifique, se siente así) la mente consciente. O que se «cae» en ella. Incluso físicamente dentro de la cabeza se siente así. Dado que es el sujeto que ejerce la mente consciente, suena razonable…

Es difícil de decir, difícil de transmitir pero la mente despierta siempre se siente como «un paso atrás» mental (y físico), en que nos movemos a un estado algo más profundo, más alejado de la superficie de la mente (y de la realidad externa). Una de las propuestas habituales para ir en esa dirección es la de intentar volvernos hacia el «sujeto» de la mente mindful, aquel que ejerce la atención, dar ese paso atrás, intentar sentirnos ese sujeto de ese mindfulness. O en todo caso el sujeto de nuestros pensamientos e intenciones, deseos, etc…

¿Quién está atendiendo? ¿puedes sentirlo? ¿puedes sentirte?

Sentirnos es una palabra relevante, porque la atención no puede ir allí. Realmente, aunque a veces usemos el verbo, no podemos observarnos, ni atendernos, pues somos el sujeto que ejerce la observación y la atención, pero podemos sentirnos como tal.

A veces se usa la palabra apercepción para expresar como te sientes a ti mismo. Es otra posibilidad.

La observación desapasionada del «testigo» y del mindfulness (lo que aquí llaamos mente consciente) solo te puede acercar a esta mente si la ejerces más desde el «sentir[te]» que desde el «atender».

En el shikantaza zen ocurre por ejemplo, que antes de estar en la mente despierta es un mero descartar pensamientos uno tras otro, ocurrirá lo mismo, desde una atención fuerte solo entrenamos la mente del mindful. La actitud debe relajarse, alejarse de los contenidos y sentir más que atender. Situarse «antes» de los pensamientos o más allá de ellos.

Esto puede sonar raro pero el sujeto del «sentir» es ligeramente diferente del sujeto del «atender». Puedes jugar con ambas situaciones y ver si notas la diferencia en «aroma».

Así pues, debemos encontrarnos a nosotros mismos a través del sentir más que del observar, y sentirnos tan a gusto solos con nosotros mismos, que desconectemos de los contenidos mentales (pensamiento sobretodo). Es una renuncia a lo manifestado, que ha de ser consciente y querida, pero que no es posible forzar.

Renunciado lo manifestado, lo que queda solo es ser/estar.

No es que lo manifestado desaparezca necesariamente. Pero no nos interesa.

(continua)



Gurdjieff (sobre la fragmentación)
04/06/2017, 7:30 am
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El hombre no tiene un yo individual. En su lugar hay centenares y miles de pequeños yoes separados, a menudo totalmente desconocidos entre ellos, nunca en contacto, al contrario, hostiles entre ellos, mutuamente excluyentes e incompatibles. Cada minuto, a cada momento, el hombre dice y piensa «yo» y cada vez ese yo es diferente, justo ahora fue un pensamiento, ahora un deseo, ahora una sensación, ahora otro pensamiento, y así infinitamente. El hombre es pluralidad. El nombre del hombre es… Legión.

-G. I. Gurdjieff

 




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