El blog de 道


El origen interdependiente – Causalidad budista (I)
05/01/2022, 7:07 am
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Vamos a revisar estos días otro de los conceptos fundamentales del budismo que es el origen inter-dependiente, o como a veces decimos por aquí: la forma en que se mueve el universo en ausencia de entidades.

Empezamos por lo que pretende deshacer y es la idea de que hay entidades que toman decisiones y cursos de acción. Lo que en otros contextos a veces se llama: agentes. No hay agentes que hagan cosas. No hay agentes entendidos como el origen autónomo de una acción.

Y eso es necesario, deshacer esa idea, porque normalmente, expresado burdamente, el planteamiento base y sensato que nos hacemos todos inicialmente es justo el contrario: yo decido, yo hago, tú haces, tú decides, etc… Y eso llevado a un terreno un punto trascendental, es el famoso libre albedrío. Y su repositorio es el alma, atman o nuestro núcleo decisor.

Todo eso es fantasía. Ideación. 

Así que sí, por mucho que se resisten (vaya usted a saber por qué) incluso muchos budistas, el origen inter-dependiente es básicamente una refutación directa y total del libre albedrío (y de más cosas, también de atman como hacedor, pero no de atman como no-hacedor).

No es que tu cuerpo-mente no actúe, es obvio que lo hace, sino que no decide un «yo» sino que se actua en función de circunstancias presentes y pasadas y nada más, absolutamente nada más. Si a ese mecanismo en tu cerebro lo quieres llamar «yo», hazlo, pero ni contiene libre albedrío, ni es lo mismo a lo que llamarás «yo» en alguna otra circunstancia. De hecho diferentes cursos de acción son tomados por partes diferentes de tu mente, algunas de ellas además inconscientes. Todo eso es sabido y ha sido demostrado. Lo iremos viendo.

Así pues, el origen interdependiente complementa las  dos grandes realizaciones Mahayana: anatta y sunyata o fenómeno-como-mente (o co-emergencia del fenómeno) evitando que el budismo caiga en el idealismo puro: es decir que todo sea mi imaginación en acción y no haya nada más. Que no deja de ser una forma de solipsismo (solo existo yo). Eso es rechazado por el budismo Mahayana, de hecho sino el voto de bodhisatva sería meramente un chiste (¿salvar a qué seres sintientes?).

De tal manera que con esas tres herramientas (o-id, anatta y sunyata) se define de forma completa la esencia de toda tu experiencia y por qué ocurre. Pero ahora iremos, no a definir nuestra no-esencia (anatta-sunyatta), ni a definir la esencia de nuestra experiencia (co-emergencia del fenómeno) sino a definir y concretar la esencia de toda acción, ¡incluido pensar!

El origen inter-dependiente (o-id) tiene una gran relación con el karma. Son conceptos hermanos. Aquí hablaremos más de o.i-d que de karma pues en el caso de karma, siempre se relaciona con alguna forma de recompensa o castigo ético que, y esto es algo meramente personal, no veo que realmente ocurra. Luego no puedo confirmarlo. En ese sentido el o-id es «éticamente ciego» y no hay ningún principio ético rector que lo dirija.

El o-id nace ya en el budismo de primer giro de la rueda del Dharma pero en una versión reducida. El Buddha plantea una cadena causal (sin alternativas, luego sin grados de libertad) de doce eslabones que lleva de la ignorancia al sufrimiento ineludiblemente,

Empecemos pues por los doce eslabones de surgimiento dependiente del budismo primigenio (aka Pratītyasamutpāda).

Seguimos


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La Siempre he considerado la Originación Interdependiente como prajna liberador…una pasada. La siguiente historia del Maestro Eckhart (el teólogo del siglo XIII y no el simpático alemán apadrinado por Ophra) para mí tiene una relación directa con ella aunque no lo parezca.
Dios le dijo a M. Eckhart: «Ve a la iglesia y allí encontrarás un hombre que te mostrará la vía a la bienaventuranza».

Allí encontró a un pobre cuyos pies estaban llagados y cubiertos de polvo y suciedad, y todos sus vestidos apenas valían tres cuartos. Y él saludó a aquel pobre, diciendo:
«Dios le dé a usted un buen día».

Él respondió: «Jamás he tenido un mal día».

«Dios le dé a usted buena suerte».

«Jamás he tenido mala suerte».

«Que sea usted feliz. Pero ¿por qué me responde usted así?».

«Jamás he sido infeliz».

«Le suplico que me explique esto, pues no puedo comprenderlo».

El pobre respondió: «De buena gana. Usted me deseó un buen día. Yo jamás tuve un mal día; pues si tengo hambre alabo a Dios; si hiela, graniza, nieva, llueve, si el tiempo es
bueno o malo, también alabo a Dios. Si soy vejado y despreciado, alabo a Dios, y así jamás he tenido un mal día. Usted deseó que Dios me envíe buena suerte. Pero yo nunca tuve mala suerte, pues sé cómo vivir con Dios, y sé que lo que él hace es lo mejor; y lo que Dios me da u ordena para mí, sea bueno o malo, yo lo tomo con alegría de Dios como lo
mejor que puede ser, y así jamás tengo mala suerte. Usted deseó que Dios quiera hacerme feliz. Yo jamás fui infeliz, pues mi único deseo es vivir en la voluntad de Dios. Y así he
sometido enteramente mi voluntad a la de Dios de manera que lo que Dios quiere, yo lo quiero»

Nota: Lo que Dios ordena o dar tradúzcase por LO QUE ES.

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Comentario por Dídac




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