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Unas reflexiones sacadas de forobudismo y que repito aquí, sobre la relación en budismo Mahayana que hay entre disfrute y apego:
La visión Vajrayana del problema placer-apego, es que no solamente el disfrute no es un problema (Tilopa).
Sino que el disfrute puede ser usado para debilitar el propio apego. Y aquí estaríamos entrando en tantrismo, o al menos hasta su frontera.
Vayamos por partes. Pues son dos cuestiones diferentes, dos caminos diferentes.
1. El disfrute no es un problema. El apego sí. Visión Mahayana no-tántrica.
Si tomamos en consideración los doce eslabones del origen-dependiente, podemos observar que disfrute y apego no ocurren juntos, sino en eslabones diferentes aunque consecutivos. Este hecho es el que permite suponer, que si en teoría pudiéramos romper esa cadena de doce eslabones por el eslabón adecuado, esta cadena incluiría el disfrute, pero no el apego.
Este planteamiento teórico (que no he visto escrito, por cierto) es lo que da lugar a la idea de que «rompiendo el eslabón» en el punto adecuado, el practicante puede quedar liberado del apego. Y de sus subsiguientes eslabones, que acaban en dukkha. Luego queda liberado de dukkha. No olvidemos que ese es el resultado final deseado. Si el apego no produciera dukkha no querríamos erradicarlo porque sí.
Ese trabajo llevado a la práctica, no es orientado estrictamente tal como se plantea, sino a base de prácticas que nos permitan no construir en Alaya las marcas del deseo, por mucho disfrute que tengamos.
Es por eso, y más razones, que el concepto de Alaya es muy relevante en el budismo Mahayana. Alaya es solamente el lugar teórico donde se guardan nuestros apegos, pues es obvio que en algún lugar se guardan dado que mi deseo siempre ocurre antes de que posea el objeto de deseo, a veces incluso años antes.
Por tanto, sin saber qué o donde está eso de Alaya, pues da igual, podemos trabajarlo y a eso es a lo que en Yogacara se llama a veces «romper el contacto». Aunque el eslabón no es exactamente el que tradicionalmente se llama «contacto».
¿Cómo se refleja eso finalmente en prácticas? Pues por ejemplo, respecto al pensamiento, se trabaja su trascendencia, de manera que aunque pensemos sobre un tema, este no genere una respuesta emotiva y no cree una marca en Alaya. Es un tanto como «oir sin escuchar».
Por eso, quizá de forma sorprendente, tanto en Zen, como en Tíbet etc… no se usan tanto técnicas concentrativas-excluyentes, como samatha-jhanas, donde el pensamiento no puede surgir, sino meditaciones abiertas-inclusivas, donde el pensamiento es bienvenido, siempre que lo veamos como «vacío» que viene a ser la nomenclatura que se usa para querer decir que «no nos afecta». Hay otras formulaciones posibles pero esa es la idea base.
En ese punto, uno puede «pensar sobre el objeto de deseo», sin generar deseo. En cierta manera ha roto el contacto.
Y así progresivamente, el practicante, aprende a trascender los procesos mentales que dan lugar a la creación de deseo, que son las marcas en Alaya, todo ello sin necesariamente la exclusión del disfrute.
Es más, llegado el momento, se anima al practicante a avanzar precisamente haciendo surgir ese disfrute y también lo contrario, se le anima a hacer surgir las emociones negativas para tratarlas de igual manera, no es que se centren solo en el disfrute. No es raro enviar los monjes a los cementerios de noche, para que traten sus miedos.
No se les aisla del disfrute y no se les aisla de las emociones contrarias, sino que se les anima a vivirlas y trabajar su trascendencia.
Eso en monjes avanzados claro.
Seguimos
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