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La experiencia del yo mas allá de la personalidad
La sensación del yo
Hasta ahora se ha discutido principalmente los medios a través del los cuales el yo es construido a través de auto definiciones y puntos de vista operando en el nivel de pensamientos acerca del yo. No habiendo sido suficientemente enfatizada la necesidad de darse cuenta de dichos pensamientos en la investigación de como nos construimos a nosotros mismos, es sin embargo vital desarrollar sensibilidad a otros aspectos en los que podemos experiméntalo.
Independientemente de qué pensamientos estén presentes o ausentes, con cada estado mental sentimos y percibimos, junto con el cuerpo y la emoción un diferente yo, humor, talante o disposición de ánimo. A este aspecto de la percepción del yo se le denomina sensación del yo.
Cuando nos sentimos avergonzados, esta sensación tiende a ser más contraída, más solida y separada del mundo; por el contrario, en un estado relajado nos sentimos más ligeros y conectados.
Generalmente, este sentido o sensación del yo suele ir acompañado de una sensación corporal que será más o menos contraída, sólida o separada.
El espectro o continuum
Prestar atención a esta sensación del yo, dentro o fuera de la meditación, en un amplio abanico de estados mentales y experiencias, rinde innumerables beneficios y capacidad de penetrar las apariencias. Nuestra primera conclusión es que existe un espectro o escala en la percepción variando de un extremo a otro. En un estado de irritación o enfado, esta sensación puede apreciarse como contracción, solidez, separación; es uno de los extremos de la escala.
En un estado más habitual, la intensidad de la rigidez es menor e incluso mucho menor en estado de meditación o relajación cuando la mente no está alborotada. A veces, estando más en contacto, o en esos momentos de samadhi o cuando metta (felicidad) es intensa, la sensación del yo es todavía mucho menos rígida y separada. Y en todos estos estados los grados varían: un poco, bastante, mucho o totalmente. En el otro extremo del espectro, hay ocasiones en profunda meditación que pareciera existir tan solo una sensación de consciencia que se percata de los fenómenos, sin apenas la más leve identificación con dicha consciencia. Totalmente más allá de la personalidad, estas experiencias no parecen producir ninguna aflicción y son ligeras y espaciosas. Pero incluso aquí hay una extremadamente sutil sensación de un yo que está vivo como la mera sensación de conciencia, un sujeto muy tenue que reconoce los fenómenos como objetos de experiencia.
El movimiento de esta sensación del yo a lo largo de este espectro nos brinda una oportunidad para entender la vacuidad. Puede tomar su tiempo de práctica, pero reconociendo dicho espectro, familiarizándose con los diferentes intervalos y las manifestaciones correspondientes, desarrollando sensitividad para las sutiles diferencias, investigando y entendiendo como surge y en qué circunstancias, nos proveerá de una importantísima herramienta para abrirnos a nuestra realización.
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