El blog de 道


El sistema-mente v2020: La atención (y II)
03/02/2020, 7:07 am
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La tan nombrada Presencia o el mindfulness, inicialmente no son más que la atención activada durante un largo tiempo, cosa que aunque te sorprenda no hacemos habitualmente nunca. Habitualmente la activamos realmente poco… solo es cuando se te pide estar “mindful” que empiezas a ver lo difícil que es, por falta de entrenamiento. Cansa.

Pero no es que, como parece decirse desde el otro extremo, cuando no hay atención se te lleven los demonios. Simplemente cuando no hay atención funcionas perfectamente bien en función de tu situación kármica (que no es otra cosa que  los automatismos mentales cicatrizados en Alaya). Si estos son de santidad, te comportas como un santo, si estos son de una persona colérica y rencorosa, te comportas como una persona colérica y rencorosa.

También es probable que se refirierieran a la ausencia de atención cuando se criticaba la “práctica” espiritual “pasiva”. Cuando las escuelas como la de Lin-Ji criticaban a los sacos de carne pasivos que estaban sentados todo el día en trance o cuando la maestra de Adyashanti le preguntaba si su práctica “estaba viva”.

No es que meditar sea problema alguno, ni siquiera para Lin-Ji, pero sin atención solo estás haciendo una especie de siesta aunque estés consciente. Quizá muy agradable pero no sería extraño que jamás notaras ningún cambio permanente ni se manifestará prajna alguno.

Inmerso en una práctica concreta, a lo que se atienda dependerá de cada caso, doctrina, etc… Aquí no estoy recomendando ninguna práctica concreta respecto a otra, ni siquiera que sea budista. Puedes atender a la respiración, a tus pensamientos, puedes mantener una atención móvil que dejes fluir hacia donde quiera (meons al intelecto), puede intentar mantener una atención abierta que cubra la mayor parte de tu experiencia consciente, puedes atender para ver los skandhas vacíos, o al lugar de donde surgen los pensamientos, puedes atender a sensaciones corporales como la postura o la sensación de ser, puedes atender al contaje de respiraciones, puedes atender a un punto concreto cualquiera del espacio excluyéndolo todo lo demás (concentración), puedes atender a una visualización creada por ti, como se hace en los vehículos tántricos, a un koan, puedes atender sentado o puedes atender caminando o puedes atender en tu día a día, etc…

Las posibilidades son muy, muy amplias y cada una de las atenciones comentadas corresponde a un tipo de meditación o práctica, pero el factor común es la atención. Y esta finalmente deberá tender a cubrir las 24 horas del día, no solo el tiempo de práctica formal.

La atención hará que haya cambios en la forma en que tu mente funciona como hemos explicado previamente. La ausencia de atención no. La ausencia de atención te condena al ciclo de repetición indefinida de patrones kármicos aflictivos (samsara).

Tampoco estoy diciendo que todas las meditaciones, con atención, sean lo mismo. No lo son. Igual que el cerebro no cambia igual si aprendes a jugar a los bolos o a tocar el violín, cada meditación genera diferentes cambios. Pero me supera por mucho poder describir que cambios generan todas y cada una de las posibilidades de meditación, que finalmente, son casi infinitas.

Llegado a este punto ya podemos entender un fleco que dejamos anteriormente: como el intelecto que no tiene conexión directa con la acción pudo ayudar al ser humano a dominar el mundo.

Gracias a la atención, pues al tener esta disponibles en la consciencia tanto percepciones como conceptos (el intelecto aparece en la consciencia) puede aprender e incorporar patrones de reacción a la realidad basados en conceptos, como “lo redondo”.

Así pues la hipótesis es que el “lenguaje” se interioriza, se hace consciente y se convierte en lo que llamamos “pensar” (aquí intelecto) para conseguir que la atención pueda integrar conceptos (palabras, símbolos) junto con las percepciones (ver, oír…) y así dar un sentido conceptual al universo.

Eso supone una ventaja notable para la inteligencia y por tanto por selección natural quedará rápidamente impuesto como parte de nuestro “equipo de serie”.

Vamos a verlo en detalle.

Esto puede parecer raro: la inteligencia hace surgir el intelecto en la consciencia, para escucharse a sí misma en un entorno más complejo y rico (la consciencia) vía la atención y así aprender de todo eso que en realidad lo ha generado ella misma.

Sí, es raro, parece una teoría sin sentido, innecesariamente compleja. Pero tengo un argumento en mi defensa: Ocurre exactamente lo mismo con cualquier otra percepción.

Es decir, “el ver” es el resultado de un procesado mental complejo, es un producto ya muy procesado por la mente y en cierta manera totalmente acabado, no es solo un reflejo de la retina, se ha convertido en 3D la percepción de dos ojos, se han identificado objetos, incluso se han extrapolado (¡inventado a veces!) objetos y colores cuando procede, se ha eliminado el punto ciego del ojo (sigue ahí pero no lo notas)… y a pesar de todo ello también se hace surgir en la consciencia para, igualmente gracias a la atención poder aprender de forma coordinada con los otros sentidos (y el intelecto).

Ocurre lo mismo con todo lo que aparece en la consciencia. Nada de lo que surge en la consciencia es algo que no haya sido ya procesado (y creado) antes en algún lugar de la mente. Y sin embargo se vuelve a enviar a la conciencia (o convertir en qualia, como prefieras) para una coordinación final de alto nivel vía la atención.

Algunos experimentos neurocientíficos afirman que han detectado que el curso de acción se decide antes de que la consciencia lo tenga presente, ya lo hemos dicho pero otros estudios (de la competencia) también parecen haber visto que si le damos suficientemente tiempo, la decisión que aparece en la consciencia puede ser vetada por algún proceso de más alto nivel.

Esto que parece contradictorio: ¿decide o no decide conscientemente el ser humano?

Es absolutamente coherente desde esta propuesta, porque siempre hay dos canales de información funcionando, como con la vista, ¿recuerdas? Una canal no consciente y rápido y otro consciente y lento.

Por tano en las decisiones rápidas, no hay participación consciente, y en las decisiones lentas puede haberla.

Eso es coherente con la propuesta que aquí se hace de que la atención a no decide nada a bajo nivel pero tiene cierta capacidad de alto nivel de coordinar percepciones y si le da tiempo, para procesos lentos, vía la atención puede también decidir y actuar pues recuerdo que según esta propuesta la atención es, en cierta manera, la inteligencia mirando a la consciencia.

Así lo que ocurre es algo de este estilo:

La inteligencia puede tratar cualquier percepción y reaccionar a ella. Y de hecho lo hace a velocidades de vértigo, como cuando explota un petardo y saltas, sin que tal cosa pase por o aparezca en la consciencia. Usa el canal rápido no-consciente.

Pero para coordinar las diferentes percepciones entre ellas las tiene que hacer surgir en una pizarra multidimensional que llamamos consciencia y que es lenta (unas décimas de segundo según la neurociencia).

Una vez están ahí, todas disponibles en la pizarra (incluyendo al intelecto) es función de la atención (que es inteligencia) trabajar con ellas para, si hace falta, generar nuevas acciones o aprendizajes que se basan no solo en una percepción sino en una coordinación de muchas de ellas.

Volviendo a la práctica espiritual, entonces por ejemplo la atención en una práctica espiritual de tipo vipassana (de observación) es la inteligencia observando silenciosamente lo que pasa mientras practicamos e intentando confirmar una determinada “visión” (una teoría o creencia) sea la que sea en tu doctrina.

Podríamos decir que una vida de atención es una vida en la que todo evento es potencialmente una fuente de sabiduría, pues estamos siempre preparados para aprender, para entender lo que ocurre y cambiar la forma en que nos comportamos.

Parece que vamos teniendo casi todas las piezas, o mejor bloques, fundamentales de la mente, a efectos de práctica espiritual, en su sitio, pero aún queda alguna pieza.

Esa pieza es la razón por la cual sufrimos, así que no es una pieza en absoluto irrelevante, eso nos llevará al último elemento de esta serie: el sujeto.

 


2 comentarios so far
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Gracias. Vaya trabajazo.

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Comentario por Codorníu

❤ No es nada, me gusta hacerlo. 🙂

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