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Existe una patología neurológica muy interesante que es la visión ciega. En esa patología el enfermo afirma estar ciego a pesar de no tener defectos en los ojos, pero sometido a ciertas pruebas puede determinarse que sí ve.
¿Entonces?
En el cerebro aparentemente hay dos canales de procesado de la visión, es algo curioso, ¿por qué dos?.
Este tema ha sido tratado en mayor detalle en otro texto ad-hoc pero baste con decir ahora, que pareciera como si uno de esos canales fuera muy rápido y no manifiesto o inconsciente (“zombie”) y otro más lento y manifiesto.
Este segundo sería el que percibimos como consicencia-qualia del ver.
Y es este segundo sería el que tiene dañado la persona con visión ciega, pero como mantiene el otro, puede seguir viendo sin “ver”, aunque relamente su capacidad de ver no es perfecta, ha quedado reducida, se limita a poder esquivar obstáculos y otras funciones relativamente básicas pero ¿no es apasionante?
Cambiamos de tema.
Es habitual asignar a la consciencia ciertas capacidades de acción pero como bien afirma el Vedanta Advaita con su concepto del no-hacedor tal cosa no es así.
Ese espacio multidimensional formado por qualias de diferentes tipos y que llamamos consciencia, no “hace” nada concreto, solo muestra. Son qualias, son mera representación.
Pero algo aporta… lo veremos pronto.
El por qué surge la consciencia como algo representativo (qualia) es un misterio por ahora como hemos dicho, pero el para qué sirve la consciencia se ha hecho más claro con el tiempo y puede abrir los ojos el experimento Molineux.
Este experimento demostró, gracias a ciegos de nacimiento que fueron curados, que “el ver” recién adquirido por el ex-ciego debe sincronizarse con los otros sentidos como el tacto, antes de poder integrarse.
Igual se entiende mejor con un ejemplo: a esas personas se les enseñaba algo redondo, y luego con los ojos cerrados les decían que palparan algo redondo y luego algo cuadrado y que dijeran si lo que habían visto anteriormente era lo uno o lo otro. Una trivialidad ¿no?
Pues no pudieron responder. Ninguno de ellos. No podían en el 100% de los casos.
Qué raro ¿no? Con lo obvio que es para ti.
Pero ellos todavía no sabían qué aspecto visual tenía “el tacto redondo” (tacto que sí conocían desde niños), lo tuvieron que aprender.
Eso significa que no hay “una consciencia” sino múltiples dimensiones diferentes que hay que sincronizar con la ayuda de (¿aciertas?) la inteligencia.
La consciencia es pues, ese espacio de alto nivel multi-dimensional donde se coordinan las diferentes dimensiones-percepciones-qualia (internas y externas) junto con el otro bicho raro: el intelecto. Para crear una realidad sólida integrada. Es decir pasamos de una situación de diversas dimensiones desconectadas (lo visto, lo oido…) a un espacio integrado que reconocemos como «mi mundo», tanto externo como interno.
Y al añadir el intelecto, esta será además una realidad conceptualizada (es decir, donde se han asignado “etiquetas” conceptuales a las percepciones-qualia sincronizadas).
Es un entorno lento por ser de alto nivel, se sabe que los fenómenos muy rápidos son gestionados por el cerebro (o inteligencia si quieres) pero no da tiempo a que sean considerados de forma consciente. Y por eso nos parecen “ajenos a nosotros”.
Como cuando explota un petardo y saltas automáticamente, ¿has decidido saltar tú? Difícil respuesta… tan difícil como decidir qué se quiere decir por «tú» (por «yo»).
Tal como explica el experimento Molineux, para obtener una idea holística de “lo redondo” ojos y manos (visión y tacto) deben coordinarse, entender que ambas percepciones aplican al mismo objeto. Eso es ver y coordinar que “el tocar redondo” aplica a lo mismo que “el ver redondo”. Esta coordinación implica un espacio de procesado y coordinación de percepciones, de alto nivel y eso es la consciencia o el espacio multidimensional de los qualia, por no usar tanto esa palabreja tan manida.
La presencia allí también del intelecto, de “lo conceptual” permite asignar conceptos a agrupaciones de percepciones, por ejemplo “el ver redondo” y el “sentir redondo” se asocian además al concepto verbal “lo redondo” y así se va construyendo nuestro universo… el universo personal no es solo una serie de percepciones puras, es una serie de percepciones interpretadas, coordinadas y a las que se les ha dado un sentido conceptual como objetos y conceptos, percepciones agrupadas con un significado.
Así pues el aprendizaje holístico, integrado, el aprendizaje que surge de integrar diversas percepciones más (en el caso humano) el intelecto, en cierta manera, parece ser la razón de la existencia de ese espacio consciente formado por qualias heterogéneos, o al menos es una de sus utilidades: es en ese espacio que llamamos consciencia donde se produce esa coordinación de altísimo nivel.
Otra idea más: uno no debería ver la consciencia como un espejo sino como un mar.
No solo porque no refleja nada o incluso porque todas las olas (percepciones-qualia) están formadas por la misma substancia global (mente). Sino porque además no es una superficie sólida, a medida que entrenes la atención y calmes la mente verás a mayor profundidad, verás cosas que antes no podías ver… que estaban sumergidas…
Así pues el espacio mental que llamamos consciencia, es ampliable (y ese no es un dato en absoluto irrelevante). El campo de consciencia es ampliable con entrenamiento-atención.
Pero si la consciencia es solo el espacio y no hace nada ¿cómo aprendemos exactamente? ¿quién “usa” la consciencia si esta es solo una “representación”, como una pizarra de alto nivel y hemos dicho además que el intelecto no piensa? ¿quién coordina?
Eso nos llevará al siguiente elemento: la atención.
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