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Me levanto y echo a andar sin lavarme la cara.
Tal vez complete un trecho en la Gran Espiral
con las cosas que he ganado y las que he perdido,
mi ceguera y mi bastón en
El Camino.
Me encontré al predicador.
Me ofreció un buen trato y yo grité:
«Todos mis pecados viajarán conmigo
ayudándome a acertar
El Camino».
Me miró y se aclaró la voz: «Tienes que escoger», me dijo.
Y yo escogí la enfermedad y escogí el frío.
Pero no equivocaré, no equivocaré
El Camino.
Y corrí a la casa del doctor y en su puerta estaba escrito:
«Ve sangrando que yo llegaré antes de que caiga el sol».
Y esperé al anochecer pero él nunca vino.
Y ahora es más difícil soportar
El Camino.
«No hay nada nuevo bajo el sol, no pretendas más que recordar»
En mi espalda sentía su voz cuando volví a caminar
Dime si la novedad no era más que un olvido.
Dime qué más tengo que temer el resto de
El Camino.
Y tú quieres que me aparte de él, dices que hay un sendero,
que es la Luna con su palidez la que no me deja ver.
Pero miré hacia los lados y nada era mío
No hay desvíos, no hay vuelta atrás,
sólo está
El Camino.
Ahora debo descansar, este suelo es mi lecho.
Y mi techo es el cielo gris que aún pretende oscurecer.
Y no me quieras despertar si me ves dormido.
Sabe el alba que si quiere yo la espero en
El Camino.
Y todos mis pecados viajarán conmigo
Hasta el más puro final de
El Camino.
«¿Adónde te crees que vas y de dónde crees que vienes?
Si no tienes rumbo, chico, estás perdido»
Yo le respondí: «voy hacia el Sol
y vengo de
El Camino».
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