Vuelvo al almacén (alaya) de las nieves (hima).
No se me ocurre mejor inicio que este, que escribió alguien bajo mi nombre hace 5 años. Y me ha parecido muy bello. Entonces viajaba a la isla de las esponjas…
De alguna manera un viaje es como una vida, sabes exactamente cuando termina pero no sabrías decir exactamente cuando comienza. Así que un dia de repente te haces consciente de que tu cabecita hace tiempo que está dándole vueltas a la idea de volver a la isla de las esponjas y sabes que el viaje ya ha comenzado.
Entonces tu cabecita que no sabe estar parada empieza a construir un rompecabezas de libros, números, fechas, horarios, monedas, papeles, amigos, trabajo y familia. Si completas el puzzle, sólo has empezado el camino.
Incluso con el rompecabezas completo (que no es fácil) hay muchos que nunca llegaron a la isla de las esponjas pues requiere sacrificios. No es fácil decidirse.
Pero si finalmente te decides y firmas sobre el puzzle una promesa, empieza otra etapa, también difícil, que consiste en ir repartiendo tu vida entre los que se quedan: “para ti un bonsai, para ti la comida de la nevera, a ti te dejo mi trabajo, lo siento… hermano ¿cuidarás la familia?, ¿y mi ángel? ¿quién se queda mi ángel de la guarda? ¡ah! gracias mil, estará bien con el tuyo, sin duda, no creo que se peleen”.
Sabes que es el momento de partir porque entonces miras tu hogar y te das cuenta de que ya es sólo una casa, tan desnuda de todo, excepto objetos, que casi pareciera que está en venta. Tú hogar ya te espera en otro sitio. Por eso sabes que es el momento de partir.
Deja un comentario so far
Deja un comentario