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La tercera vez que vi a Su Santidad estaba cerca de Chicago, en un hospital oncológico en Zion, Illinois, en el momento de su muerte. La gente allí -el personal del hospital, así como los visitantes- estaban completamente abrumados por él. Para apreciar esto, hay que tener en cuenta que en la UCI (unidad de cuidados intensivos) el personal normalmente está bastante hastiado. Ven la muerte continuamente, y ese es su trabajo y la razón por la que son buenos es porque no quedan demasiado afectados por ella, y pueden atender a su trabajo
Así que ver a un equipo como ese estar tan abrumado por la gentileza de Su Santidad era muy impresionante. Y eso es lo que pasó. La mayoría de ellos eran cristianos, y ninguno de ellos sabía nada sobre budismo, pero no vacilaban en llamarlo Su Santidad. Nunca dijeron ni una sola vez, ‘Karmapa,’ siempre era ‘Su Santidad’.
Y la gente, después de un tiempo, no podía entender cómo él no sufría dolor o no respondía de la forma en que la gente lo hace en su situación. Entonces empezaron a sentir bastante preocupación por su cuidado.
Como ustedes saben, cada Karmapa se supone que ha de escribir una carta antes de morir, indicando las circunstancias de su próximo nacimiento. El personal empezó a preocuparse acerca de la carta. Y era tan increíble ver que la preocupación de todo el mundo pasó de «¿qué vamos a hacer por este paciente hoy? ‘ y ‘¿le diste su baño? a ‘¿Escribió su carta? ¿Este linaje va a continuar?’
Había una enfermera en la unidad de cuidados intensivos, que vino a mí un día con lágrimas en los ojos y me dijo: ‘Estoy muy preocupada porque este linaje se va a acabar aquí en este hospital.’ Se refería, claro está, a que estábamos en Zion, Illinois. Es un pueblo árido. Muy tradicional cristiano. Así que, para mí, fue muy conmovedor ver cómo todos fueron tomados por completo por Su Santidad.
El personal no podía dejar de hablar de su compasión y sobre lo amable que parecía después de cuatro o cinco días, el cirujano – un cristiano filipino – se acercó a mí y me dijo: ‘Sabes, cada vez que voy a ver a Su Santidad, me siento como si estuviera desnudo y que él me ve por completo y me siento como si me tuviera que cubrir.’
Su Santidad realmente parecía haber cambiado mucho al personal de médicos y enfermeras. Así las cosas, les dejamos libros, y más allá de eso, la gente me seguía diciendo, ‘Usted sabe, yo soy cristiano y no creo en el budismo, pero tengo que decir que el Su Santidad es una persona muy inusual’. Decían esto casi en tono de disculpa, sin saber cómo combinar ambas creencias, pero tan obvia y profundamente conmovidos por Su Santidad.
[…]
A medida que pasaban los días, Su Santidad parecía deteriorarse físicamente. Luego hizo algunas cosas que, a partir de lo que los Rimpochés me decían, tenían algunos precedentes en su vida. Al parecer, cuando tenía trece años más o menos, cuando estaba muy enfermo, los médicos llegaron a verlo y le dijeron que su enfermedad era muy, muy seria y que tenía sólo unas horas de vida, o un día como máximo. Usted tiene que darse cuenta de que los médicos tibetanos nunca dirían algo tan negativo, mientras hubiera alguna esperanza. Nunca dicen algo como esto hasta que creen que la muerte es inminente e inevitable. Sin embargo, Su Santidad no les prestó atención y se recuperó rápidamente.
Los médicos no podían entender cómo había sucedido. Pero esto fue en el Tíbet, y fue tal vez más fácil de aceptar para ellos, pues él era Su Santidad.
Pero lo mismo sucedió en Zion. Un día después de examinarlo y encontrar que había habido un deterioro drástico, salí y dije, ‘Su Santidad tiene dos horas de vida, tal vez tres horas.’ Tenía todos los síntomas que he visto en esa situación, e iba cuesta abajo muy rápidamente. Cada sistema estaba fallando. Estaba teniendo problemas para respirar, estaba vomitando sangre y tosiendo sangre, su presión arterial estaba cayendo, incluso con medicamento de apoyo para la presión.
Cuando has trabajado con una gran cantidad de pacientes en estado crítico, tienes una idea muy clara de cuando un paciente está a punto de irse. Lo sientes porque ves la tensión que su cuerpo está sufriendo, y sabes que no va a ser capaz de aguantar mucho más tiempo. Sabes que va a colapsar. Así que podía sentirlo.
Dije: ‘Tenemos que despertarlo si creéis que la carta es importante’. Así que lo desperté con algunos medicamentos que tenemos que invierten parte de la somnolencia. El tulku dijo: ‘¿Nos disculpan?, ahora tenemos que hablar con Su Santidad en privado’.
Salieron en unos cuarenta y cinco minutos, y dijeron: ‘Bueno, Su Santidad dice que no se va a morir, y se rió de nosotros. ¡¡se rió de nosotros!!’. Dijeron par de veces, «Simplemente se rió de nosotros. Y dijo: ‘No me des esa libreta. No escribo ninguna carta.’
Entré en la habitación y él estaba sentado en la cama. Incorporado. Y sus ojos estaban muy abiertos y la fuerza de su voluntad era inmensa, y se volvió hacia mí y me dijo en inglés (del que sólo conocía algunas frases): ‘¿Hola, cómo estás?’
Y en treinta minutos, todos sus signos vitales estaban estables y a un nivel normal, y dejó de sangrar. Salimos después de una hora de estar en la habitación, y uno de los empleados de la unidad de cuidados intensivos se me acercó y dijo: «Mira mis brazos.» Y miré, y tenía la piel de gallina a todo lo largo de sus brazos. Nadie había visto nada como esto en sus vidas. La fuerza de su voluntad era tan fuerte, y no estaba dispuesto a morir todavía. Estoy completamente convencido que se obligó de nuevo a la estabilidad. Yo nunca había visto nada remotamente parecido a esto, o incluso leído o escuchado acerca de una cosa así.
(continua)
1 comentario so far
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Gracias por compartir esto tan inspirador. Esperando la 2ª parte… 🙂
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Comentario por Toni 23/12/2015 @ 8:33 am